sábado, agosto 04, 2012

II Ravel




      Ondine

      Llegas del agua cuando no flota ningún hilo o filo del recuerdo.

      Podrías tener bien escondida tu piel de nutria y fueran tus hijos el aire riente, el aire ligero que abre las puertas de las alcobas, que no conoce el peso de un cuerpo con los años.

      Podrías haber sido la herencia contada por tu madre, caderas anchas, cojines mullidos.  O mirar para otro lado. Nadar consistía en no alejarte de una dulzura.

      En el fondo del río hormiguean pequeños arquitectos de olvido. Huecos de luz suplen a los cambios y a la debilidad de los brazos. Patinan insectos de un instante en siembras de verdín.

      ¿Qué tiempo hay? Ninguno. ¿Quién escribe en el agua?  Tan sólo Keats refiere  el gesto de la Alegría diciendo adiós.

      Vira a las adelfas de la orilla, gira al pelo tupido, alisado por la caricia de los buceos.

      Sumérgete.

      No regresas al cieno de turbios sedimentos sino a las sorpresas.

      Las nutrias maduras, avezadas en la renuncia, conocen ciertos propicios pececillos y saben ser ambiciosas con los regalos más imperceptibles.

sábado, julio 28, 2012

Ravel I

Algunos poemas para el redescubrimiento de Ravel, no sólo de su Bolero. Como si lo hubiera escuchado por primera vez... una iluminación...sí, la música, a veces, ilumina.


      Dafnis y Cloe. Suite nº 2

      Dejas de mirar con sus ojos los árboles que adormecen su calle. Ella ve al sol rozar un lado de la torre de acero. Esta mañana la paloma quieta recoge saludos, ha sobrevivido al blanco acechador nocturno.

      El pasto donde  la pastora suele entretener al difícil rebaño solitario brilla de helada sin caricia. Los animales desentierran raíces no quemadas o simiente en letargo.

      Lo que mira responde con silencio. ¿No te acuerdas que era muy fácil acogerla a tu lado cuando venías de tu casa hasta su casa? ¿No te acuerdas que hablabais una lengua que ella inventó por juego y tú entendías?

      Ahora  que estás muerto, comparte tu mirada. Cambia el sentido de la vista en ella. Sabe mirar las laderas bajo la helada, el cielo tierra adentro; nieva y, como tú, interpreta pisadas en la nieve.

      Con silencio responde tu presencia sustituyéndote y mirándola. Pero ella no se angustia, nada le niega separarse de ti. Sólo estás muerto y lejos. Ella ocupa tu hueco liberado y mira, maravillada, ese espacio sin vuelta con tus ojos.

sábado, julio 21, 2012

y...Der Blaue Reiter XIV


      Formas de colores I, II y III. Macke

      I                                                                                                   
      Ofreces el sueño primitivo,
      helechos gigantes desenroscándose
      alrededor de
      nunca te tocaré,

      pero ella no era de esperar
      a la puerta de su casa;
      su confianza es corta, su paciencia,
      ¿no ves?
      vive en la dimensión de un anillo

      y de nada sirve : te guardaré
      en el corazón
      o
      no te olvidaré. Ya estáis perdiendo
      la memoria mirando a la Luna.

      Aunque tu luna
      no es su Luna.
      En su fondo blanco,
      manchas de trigo, verdes, rojizas,
      se superponen como se rozan
      un deseo con otro.
      Y ni el mismo espejismo lunar
      platea vuestro rostro.


       II
      Los jinetes azules se cansan,
      se les caen los pétalos
      y sus semillas vuelan a alféizares
      desde donde el hombre frío
      mira la sombra de la mujer
      en llamas,
      pero no se acerca,
      no mira,
      está ciego en sí mismo.

      Moriremos.
      Es una lástima que dejemos
      sin hierba a los caballos.

      Nos hubiéramos citado
      en cualquier ciudad coloreada
      y, en sus escaleras,
      habríamos leído los pasos
      de luchadores
      imposibles
      amándose.

      Los jinetes nos lancearían
      y de sus rasgaduras
      surgiría un dios,
      un mundo aparte.


      III
      Redondea tus años, suaviza
      aristas naciendo de tu carne.

      -Dime, hombre frío,
      ¿qué son las palabras sino imágenes,
      simulaciones
      de ese animal magnífico
      y ahogado?-

      Sí, tornea los surcos del daño
      y la imprecisión te lleve a formas
      abiertas, no de sajas precisas,
      sino espirales empujadoras
      a una nave estelar,
      a una falta de víctimas,
      a una respiración habitada
      por el perfume de viejos pinos
      y el olor de un vino púrpura.

      Redondea tus años,
      hazte igual que una cúpula;
      es curva la luz de la mañana
      en sus facetas,
      una música que nada afirma,
      solamente es un caballo libre.




sábado, julio 14, 2012

XIII Der Blaue Reiter



      Paisaje con árboles luminosos. Macke

      Infantas difuntas juegan entre los troncos.

      Si  no prestas atención
      creerías que son siluetas
      apareciéndose y esfumándose,
      caprichos
      de la luz verde dorando ramas.

      No te inquietes,
      hay una casa cerca;
      no les tengas miedo aunque no sean
      las niñas en el parque
      ni los loros del estar cansado.

      Una muestra
      los mismos ojos que aquel muchacho
      a quien besaste entre los perales.

      Otra peina su pelo naranja
      porque era cítrica
      la tarde que te enseñó  a decir
      adiós a tu jinete de voz
      balanceándote hasta el delirio.

      Y otra mueve sus dedos granate
      de haber escrito primaverar
      con sangretinta;
      después se ha oscurecido.


      Y otra
      vuelve a ser azul por insinuarte:
      ríete,
      inventa una pavana
      para que desfilen al compás
      tus errores.

      Y otra es simple como un pensamiento
      violeta,
      y otra, tan líquida,
      y otra,
      y otra.,.

      Aproxímate a ellas y  míralas
      de frente,
      ¿ no ves que todas
      Se parecen a ti?

sábado, julio 07, 2012

Der Blaue Reiter XII



      Ciervos en el bosque. Marc

      Inclínate en silencio, busca                                                                                
      el lugar encinoso
      para el latido reposado,

      ocúltate de una pregunta,

      acompaña al ciervo
      del íntimo deseo
      aletargado al mediodía.

      No abandonas apasionarte,
      sólo respiras vegetal.

      Calma tu piel,
      confúndete con esta umbría
      que cae de los árboles luminosos
      antes de incendiarse.

      Siente a la hierba
      bajo tu vientre
      como siente el ciervo que el tigre
      del tiempo
      cruzará sin olerlo.

      También es salvaje
      la cualidad de quien está
      descansando de la impaciencia.

      Cuando los árboles levanten
      tu cuerpo hasta la luz
      será
      el instante inicial
      de los viejos afectos,
      tú serás el tesoro
      que rastreaba un animal
      muy joven.

sábado, junio 30, 2012

XI Der Blaue Reiter



      Ballet ruso. Macke

      El abatimiento 
      danza en el escenario hasta hacerse
      sutil.

      Ha pintado sus ojos
      con el azul ultramar de un día
      cuando, aún de niño, no cargaba
      sobre su espalda lo inacabado.

      Su rostro hiere… ¿o es una máscara?

      Danza
      y
      danza
      en la afección.

      Esquivo ciervo que, al elegir
      la soledad, elige la ausencia.

      Oh, dolor, danza,
      libera de la nada a la música
      del bosque donde repta escondido
      un sueño.
      Danza, gira hermoso y magullado.

      Tu paso ocasiona un aire de fuego
      agreste
      que le borra la memoria al público
      y, entre bastidores,
      acaricia los labios
      de los tramoyistas.

viernes, junio 22, 2012

Der Blaue Reiter X




      Pájaros. Marc

      Patinan en el ónice
      del amanecer ignorando
      qué engranaje,
      qué horario insaciable reinicia
      tu vigilia.

      Paseaste en la dilación
      de una corriente donde nada
      temblaba,
      una demora en cada paso
      como la coreografía
      de los ballets rusos
      mientras te recreabas
      en el regalo
      de la serenidad.

      Ahora
      los pájaros rayan el hielo
      con sus alas
      y separan del alba lanas
      para no despertar.

      Viene
      el momento  de abrir los ojos.

      Viene el encuentro
      con el desgarro inacabado.

      La indiferencia
      canturrea con un lenguaje
      de planetas lejísimos.

      Y tú te obligas a seguir,
      ¿a seguir viviendo?

sábado, junio 16, 2012

IX DER BLAUE REITER




      Promenade. Macke

      No se entiende que lleves sombrilla
      de palabras
      cuando sólo crecen nubes, golpes
      de realidad en el estómago.

      Te distancias
      de la incisión, del asunto preo_
      cupante del i erre pe efe,
      de los niños que cantan sin tregua
      a la muerte de arena - ¿Ves? Ellos
      tampoco se ocupan del asunto-,

      te alejas de nosotros, comentan
      los que te quieren.

      Y eliges proseguir el paseo
      escuchando pájaros de Marc,
      sonriendo a deshora la sonrisa
      de la ceguera
      salvo emocionarte a través de
      olvidadas pestañas blaue reiter,
      pájaros con lengua de la seda
      que los poetas jóvenes
      han escondido
      en la sopera de la pereza.

      Prefieres
      un largo y elegante paseo
      por otro mundo,
      ser una torre que nadie mira
      o ser delgada.

jueves, junio 07, 2012

VIII Der Blaue Reiter






      El molino encantado. Marc

      Hablo contigo desde  el agua, 
      mi jinete,
      aunque no se sacie la sed
      del tiempo.

      Llegaste en un rizo solar
      con la melancolía
      que arde aún bajo la ceniza.

      Y ahora te digo
      que no todo concluye,
      mi amado,
      y tú me miras azul, fino
      de ligereza ecuestre
      pues los caballos saben
      un modo secreto
      de abrazarse.

      Hablo contigo recobrando
      escasas esquirlas de magia
      -aquel cristal que tanto
      nos lastimaba en el deseo-,
      y si venías
      con palomas violetas
      desangrándose,
      ahora te digo
      que no me pierdo, continúo
      en ti,
      giro y giro avanzando
      sin fin
      hasta un comienzo transparente.

sábado, junio 02, 2012

Der Blaue Reiter VII




      Niñas en el boque. Macke

      La gracia del presente es flexible,
      un sombrero de paja sin peso.

      Observa:
      diosas pequeñas se cambian lazos
      unas con otras;
      hechicería
      que envenena el agua de un molino
      del que nadie se atreve a beber
      por no equivocar, en el fluir
      del agua, las voces de los niños
      con voces de sus muertos.

      Luego
      anudan los lazos a  los troncos
      como oraciones griegas;
      ellas,
      salvajes de inocencia,
      curioseando
      el abrigo de un tigre de tiempo.

      Tú no  te acerques nunca,
      ni las toques,
      están hechas de fuego,
      son una trampa.

sábado, mayo 26, 2012

VI Der Blaue Reiter






      El tigre. Marc

      Es el pausado movimiento
      volviendo la cabeza                                                                        
      hacia ti;
      quizá serías invisible
      o mira más allá
      de tu presencia.

      Pero no;
      su quietud engañosa indica
      que aplacó su apetito
      y, discreto bajo la umbría,
      deja pasar la siesta acicalán_
      dose.

      Cada día domina,
      se alimenta de ti,
      y te prefiere viva, inerme
      ante su salto formidable;
      si oliera que estás muerta
      la sombra de su rastro polvo
      haría de tus huesos, polvo
      de su implacable olvido
      te cubriría.

      Pero no;
      él prefiere que seas algo:
      una certeza dolorida
      de haberte descuidado
      en el azar de la ternura,
      un cuerpo que se va arrugando
      para cederle espacio
      a esas niñas del parque
      con salvaje ignorancia
      protegidas.

      Siendo muerta
      no te acariciaría
      con sus zarpas,
      ni comería de tus cosas,
      ni te robaría
      el don de la impaciencia.

      Siendo muerta,
      siendo nada porque no cree
      en fantasmas.






domingo, mayo 20, 2012

V DER BLAUE REITER




      Mujer con chaqueta verde. Macke


      La tarde se complace en sí misma,                                                                               
      oye a los barcos por el gran río
      y se halaga en el parque
      con sus dibujos de sol y sombra.

      Si pensara
      teológica
      se retardaría igual que un ángel
      refinado
      o, mundana, acaso exclamaría:
      qué bellas y adecuadas las vistas
      del paisaje.

      Este es el momento
      donde la mujer árbol detiene
      su paso.

      ¿Qué sabes de ella
      sino su  esbelto gesto?

      Incluso estando erguida, el reposo
      verde se acomoda a sus caderas
      con un corte impecable
      como se ajusta la densidad
      del peligro
      al reposo del tigre.

      ¿Qué sabes de ella
      sino la inclinación
      de su cabeza?

      Así se retraen,
      mirando al suelo,  quienes bordean
      la esperanza, aquellos que repiten
      un nombre cuando los nombres cambian.

      Y todos los demás, entre tanto,
      pasean, se emocionan,
      intercambian saludos, contemplan
      el río,
      procuran que el tormento se dome
      en palabras;
      no se escucha ni un grito
      aunque el dolor les haya arrancado
      el corazón.

      Este es el momento
      donde ella se mira
      las uñas de sus garras.

sábado, mayo 12, 2012

DER BLAUE REITER IV



      Tríptico del Gran Zoo. Macke


      Paipáis nacarados que no airean,
      alas 
      como estar cansado tiene plumas*
      dice Él,
      pero todo en orden, exhibiéndose,
      llorando si es conveniente porque
      la belleza fatiga,
      los ojos acuosos de los gamos
      extenúan,
      una pizca de harina salvaje
      asfixia;
      varios monitos,
      suavemente encadenados, posan,
      repiten las muecas  de la  risa.

      Pero todo en orden -no te acerques-,
      lo agresivo en su tamaño justo,
      -no me toques-
      y el espacio apropiado
      de un flamenco hasta otro y los sombreros.

      Plumas que desde luego nunca vuelan*                                                 
      pero todo en orden, perfecto,
      desde el tedio al cansancio.


      *Del poema Estoy cansado. Luis Cernuda

sábado, mayo 05, 2012

DER BLAUE REITER III


    Dos gatos en azul y amarillo. Marc

    Pasan ante el espejo
    y la fugacidad del paso
    roza el brillo;
    no se contemplan, se recogen
    en sí- ¿atienden si les llamas
    por su nombre?-,
    o están tranquilos pero alerta
    a qué reflejo,
    qué reconocimiento.

    Refinados.

    Se distancian de las zancudas
    adiestradas para atrapar
    golosinas;
    no graznan
    como papagayos llamando
    la atención en el zoológico.

    Es otra suavidad la suya.

    Se subirían a las sombras
    y las sombrillas
    y su elegancia aplazaría
    la torpeza.

    Y no imploran un gesto.

    Es su privilegio
    ser el núcleo de su mundo. 

sábado, abril 28, 2012

DER BLAUE REITER II




      Casa roja en el parque. Macke

      Voy pisando los escarabajos                                                                                
      con sus bolas de barro y de piel
      de memoria.

      En los árboles duermen dos gatos
      de azules y  amarillos:

      no pesan,
      como deja de pesar la ilusa
      palabra de esperar,

      no pesan
      en el airecillo de verano.

      Y, en la casa,
      el  cristal de las ventanas arde.

      Hasta allí voy
      aunque no me fuese nunca y nada
      me hiciera recordar y creyese
      que es la primera vez del cariño.

      Allí vamos, familia, fragmentos
      de uñas
      que los escarabajos no roban,
      trocitos de abrazarse con breves
      puntas
      para las heridas y después
      el perdón.

      A los lados del camino, casi 
      de arena ya,
      contemplo los bancos de mi infancia.

      Nadie más cabe
      yendo a casa.

sábado, abril 21, 2012

DER BLAUE REITER







      Marc: El sueño



      Tarda en disiparse la niebla.
      Un fluido pastoso oprime
      las fachadas
      difuminándolas.

      La garceta gris se camufla
      con su hora de río
      sobre la piedra
      gris.

      Pero en el sueño de esta noche
      potros en índigo y naranja
      no se asustaban del felino,
      enseñaba sus fauces, ellos
      no se asustaban.
      El amor, o la edad, o el humo
      ligero del amor marchado
      aquietaba sus cascos.

      Por el tejido rojo de la casa
      roja,
      ámbar de manos deseadas
      subía,
      verde subía el cuerpo de esas
      manos.

      Y ella
      estaba tranquila en el centro:

      joven leona o yegua rosa
      pausando a la noche y  su secreto.

sábado, abril 14, 2012

CONTRACUBIERTA

      Finaliza SI ELLA NOS MIRA, y lo hace con este rotundo texto:

      He aquí un libro que cede su parte de sentido al nocturno de las rosas y el mar de la renuncia al heliotropo. He aquí un libro que nos trae la aguja de la poesía para atravesarlo todo: la tierra y su bucle salado, el arte de la perturbación, la insolencia. Con un hallazgo o una intención, es avalancha la luz y, la belleza, pronunciación -vaciada sin más, libre hacia sí, en la extensión de lo nuevo-. Si miramos… el tiempo refleja. No existe un final para el gran cielo del nihilismo pero sí un intervalo esclarecedor: ahora comprendo todo. Mujeres: imanes y hélices, estelas fragmentadas de otras estelas, la historiografía como discurso último y el gusto por la identidad, que no eleva la perspectiva de los conceptos universales a la categoría de género y tampoco su enfoque clausura valores diferentes… Ocuparse de la interpretación y análisis es hoy tarea de las ciencias sociales aunque un apunte genuino se abra al rozar los márgenes de arte, ciencia y literatura. En la voluntad de saber, cualquier disciplina resulta inspiradora; atravesar esa certidumbre hacia lo delirante de la forma, ¿no es acaso reapropiarse de un ideal proscrito, complaciente, sin desplazar la huella? Ni la estructura en los versos ni su orden lógico anuncian los límites, escribir -como saber vivir- no es algo establecido, es ir más allá de sí en la complejidad de la nada y la articulación ineludible de un tiempo perecedero. Si el silencio ratifica lo imposible, la escritura poética, con su rica formulación, guarda aún suficiente estímulo para evocar la verdad al crear un campo de observación donde podemos extender la mirada o elevar, en cierto modo, el peso de la emoción. Este libro no invita a la melancolía, transfiere en su cauce potencia, armonía, carácter y un rico modelo de percepción. ¡Sólo el viento nos ama!

      maría muñoz

viernes, abril 06, 2012

... Y SI ELLA NOS MIRA XXVII




      CERCANAS (III)

      Las aguas profundas. Pintura de María Aranzadi en una exposición de 1995


      Si rueda el tiempo
      aprisa rueda
      sobre la cintura del ángel
      ceñudo.


      Las novicias,
      las niñas danzantes, descalzas
      en la escarcha, griegas, que van
      a la iniciación del deseo,


      desconocen el aleteo
      amenazante,
      desconocen morir.


      Mi madre nada hasta el momento
      de empezar a peinarse
      por si sola y a disponer
      la escritura de los planetas;


      se va sumergiendo en las aguas
      donde no es necesario alzar
      la voz para encontrar los hijos
      torturados, ni es necesario
      llorar por la belleza ausente
      o la seda quebrada.


      Ahí,
      en las aguas profundas;
      no sólo amada y deseada
      y lista…
      doma las ruedas,
      apasionadamente lista
      desnudándose.


      Ahí, en las aguas, casi niña
      perpleja con su olvido pero
      de pedernal, cuarzo dispuesto
      sin pausa al fuego,
      y el eslabón también, la llama
      dulce.


      Cerca de las niñas jugando
      a morir entre las columnas
      de templos naufragados.


      Ahí.
      Intento ser tranquila porque
      estoy esperando
      a que ella me mire.

sábado, marzo 31, 2012

SI ELLA NOS MIRA XXVI





      CERCANAS (II)

      Sargazos V en un mar gris, de Concha Hornero


      Las lobas llegan hasta la orilla para lamerse sus heridas con sal.


      Luego regresan después de haberse bebido el llanto, se rizan las pestañas, levantan el talón y pelean para poder llevarse algo a la boca; que no todos los frutos sean de semilla macho, que no sea cazar el hambre incontenible, avariciosa de las crías.


      Hay otras criaturas ágrafas, meciéndose en el agua. Tienen alcobas semejantes para no discutir y que el esposo confunda los perfumes de sus manos y confunda el nombre de sus sexos de clausura.


      Pero han aprendido a no olvidar secretos. Debajo de sus velos tupidos, el mar es una historia femenina - Calipso, mi Calipso-, una lección antigua, mareas de mudez y supervivencia.


      Y otras se sumergen lanceadas, acribilladas por el abandono.
      Quizá están muertas…


      Han encontrado el tiempo de los niños con los peces; más tarde suben, en una cama de sargazos flotan, llegan a Ogigia, se transforman en agua, regresan a la risa, sobre todo descansan.

sábado, marzo 24, 2012

XXV SI ELLA NOS MIRA


      CERCANAS


      Para Isabel Vera: Domina curatrix animae


      Mezclar con la madera la materia
      de sangre mineral y sin embargo
      viva;


      estratos femeninos enterrados
      que conservan aún el agua, el viaje.


      Y sacar de ese barro las señales
      de algo que estaba ahí, que todavía
      está:


      criaturas reptando, descubriéndose,
      indicios de la Diosa despertando.


      Cuando emerge su boca, cuando vuelve
      la Diosa a convertirse en carne y rueda,
      y no deja tranquila la mirada
      y no permite el cuero del olvido,


      es que hay una mujer
      amando a los caballos,
      torneando vasijas oferentes
      bajo un cielo amarillo que presagia
      Visitas desde lejos,
      desde aquellos lugares
      fenicios y marinos.


      Es que hay una mujer
      descifrando los rastros en la tierra.


      Yo la he visto leerlos con las manos,
      excavar hasta herirse,
      hasta encontrar el fuego.


      Estuvieron las yeguas inquietándose
      y regresó en la noche la memoria.

sábado, marzo 17, 2012

SI ELLA NOS MIRA XXIV





      VIOLONCHELO DU PRÉ


      La nube detenida
      en el día de Londres. Un gran pájaro asciende.


      Qué tibio el gris de octubre para Bach,
      para tensar el bíceps de tu brazo derecho.


      Un ágil pulso orfebre riza en tu mano izquierda
      tanta noche anterior, cuando soñaste
      con un oscuro hierro en tu columna.


      Luego vuelas, luego sabes volar
      y estás volando.


      Y alguien dice de ti:
      sigue siendo tenaz incluso muerta.


      Porque mueve sus alas la suite número cinco,
      porque abrazada a un cuerpo
      la BBC repite tu apasionado modo
      de abrazar ese cuerpo entre tus piernas.


      Las leyes de la química cosen por tus tejidos
      su volátil gavota en do menor.


      Incluso muerta giran, alrededor de ti,
      embelesados duendes.


      Zarabanda de octubre en una danza,
      nube
      que ya sabe volar, que está volando.

sábado, marzo 10, 2012

XXIII SI ELLA NOS MIRA





      ELLA CUMPLE LOS AÑOS EL NUEVE DE NOVIEMBRE

      Pero está muerta.
      Está envuelta en la resina dorada que si se quema desprende
      un perfume
      no la pestilencia del olvido.


      ¿Está muerta?
      Está enemistada con el cuchillo culinario que dibuja varillas
      de abanico en su rostro y en mi rostro.
      Está mirando la parthenocissus de hojas de sangre, de ojos de medusa,
      está dudando si ensartar las cuentas de thoracine para la pulsera
      de los presentimientos, si regar
      con vodka la oración que le remito desde el limpiacristales de las
      amas
      de casa,
      si detenerse en su ventana, un pájaro le cuenta la verdad de los amantes
      asustados.


      ¿No está muerta?


      Me pongo su vestido elegante, su demora deliberada en llegar
      a los recitales, me llamo ANA,
      gas de garaje, torpe salvo un verso, negada para el carro de la compra,
      para las cuentas, para el fuego, estoy
      muerta,
      desordenada,
      muerta.


      Me llamo ANA,
      preciosa ANA.
      No, estoy viva.

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Jardí­n al mar 1605 Blog de poesí­a y otros textos Ogigia María Antonia Ricas
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