viernes, junio 27, 2008

XIII Poemas en Hermes (Revista nº 5)

    Las imágenes que acompañan a los poemas son de Lee Krasner, esposa de Pollock, pero pintora con entidad propia.










        Dos poemas de abril


        I


        No me ames jamás como te amo, no lo pienses, ni tan siquiera imites esta forma de amor que ya es venganza.


        Ámame suavemente, a la manera de amar que se desdobla positiva, hablando de ser libres,de encontrarnos...Todo menos amor, su seca cárcel.


        Ámame en la hermosura que te aguarda: el femenino vértigo de un paso, la frágil seducción de estar contigo cuando estrenas la piel que te buscaba en otra piel ajena e indolente.


        Ámame sin amarme, ámame mucho que de este modo caben tantas cosas, los demonios domados y las risas y los amores ríos de una noche.


        No me ames como yo, no me ames nunca, alguien se ha de salvar de esta condena, alguien que no soy yo, sin humillarse, altivo en el amor pero ignorando.


        Porque si tú me amaras un segundo igual que te amo yo durante siglos nada perduraría de nosotros, ni el final del comienzo de esta suerte.


        Porque al amarte así ya es mi venganza de haber amado el juego que destruye; odiarte por amarte aniquilándome, amarte por odiarte si me olvidas.










        II


        Escribo para ti, para alejarte, como el león se espanta con el fuego, como el halcón se libra de la lonja.


        Escribo para ti, para matarte, para hacerte inmortal mientras confiero a tu ser el olvido necesario que asume la belleza de la piedra.


        Porque quiero borrarte, cuando escribo, lo que queda de ti rojo y humano, lo que queda de ti más vulnerable: mi nombre y el deseo de tu nombre.


        Escribo para ti sin despedirme...¿Puedo arrojar de mí lo que ya es mío, más interior y exacto que mi médula, más hecho de mi carne que yo misma?


        ¿Puedo decir adiós a este momento de soledad de tinta que preciso para decirte adiós, para dejarte a solas con mi amor por la palabra?


        Sé que al morir tu nombre mi voz muere, sé que al encadenarme a esta escritura vuelo hasta el fin de ti y de tu caricia.


        Otros preguntarán quién eras tú,apresado, celeste en mi distancia.


        Otros preguntarán qué dios es éste y alrededor de sí tanto vacío, y alrededor de sí qué muerte ardiendo.

    viernes, junio 20, 2008

    XII Poemas en Hermes (Revista nº 4)









        El ángel de Durero

        He visto su postura en los adolescentes de ojos grandes y hermosos que no saben recoger el sedal de la mirada perdida.

        Detienen el movimiento de su escritura y se quedan absortos en la burbuja de un pensamiento muy lejano, incapaces de pedir auxilio, de regresar a la ligereza de sus antiguos compañeros de aventuras.


        Esa actitud particular del hombre tallado por Rodin, ese gesto,acaso de furia contenida, o en un estar ausente, de viaje a los lugares donde callan su nombre las cosas más precisas.


        El ángel aletea y se mueven las aguas de la memoria y no se precipita a un vuelo imaginario y se disuelve el tul de las promesas felices.


        Lo he visto acomodarse en los tapices de los magos olvidados, errar por el castillo que hace años recorrían los amantes y se ha quedado sordo componiendo su propia melodía de carencias y perezoso como los perfiles conservados por la numismática.


        Lo he visto demorarse en los latidos, ocultarse en la penumbra que hace invisibles los objetos, sobreviviendo en el final de los manantiales, lento en las residencias del reposo,


        convalenciendo,


        desterrándose,


        intentando no amar.







        domingo, junio 15, 2008

        XI Poemas en Hermes (Revista nº 4)



        Vuelvo una vez más a las fotografías de mi admirado amigo Ricardo Martín. Ésta se titula Amanecer en la Cuesta de las armas





            Cuando el mensajero es el mensaje

            En esta clara espera
            del día,
            de las islas que surgen como diosas:
            algo impensable, un nido delicado
            de serpientes, un silencioso golpe
            de la suerte en la calle, en la prisa,
            en el modo de sentirme animal
            olisqueando el peligro y no puedo
            evitarlo,
            no, no puedo evitarlo;

            en esta clara espera
            del día,
            cuando no todo es yermo ni tristeza,
            cuando el mensajero es el mensaje,
            cuando mi puerta no se le resiste
            y él entra despreciando talismanes,
            recuperando la savia antiquísima
            de mis pechos,
            y yo, qué cosa haré
            sino morir,

            me veo hermosa
            y desafío
            al sol, por si sólo fuera un sueño
            este regalo súbito, impaciente,
            por si sólo fuera un deslizarse
            en solitaria danza que acostumbro,
            y estoy cansada de ser una reina,
            estoy cansada del día para otros.

            Desafío
            a las sombras y a la melancolía
            y a cualquier certidumbre del dolor
            por si me descubriera atormentándome.

            Hoy me vuelvo de sol hasta tus ojos
            y sin saberlo tú,
            y aunque me olvides,
            aunque no quieras ser lo que te invento
            me quedo todo el día entre tus ojos.

        martes, junio 10, 2008

        X Poemas en Hermes (Revista nº 4)







            El beso (Klimt)


            Me pierdo en tu dorado manto de luz oscura.
            Aunque las amapolas
            señalen el lugar del desfallecimiento
            y otros amantes vengan a limpiar nuestras lápidas
            e inventen la viejísima escritura en sus labios,
            me pierdo,
            me rodeas,
            me pierdo
            del nombre que me daban mis amigas ingenuas,
            del nombre que me daban como a un color intacto.

            ¡Qué me importa perderme!
            ¿Qué importa si en mi rostro tatúas un idioma
            de pérdidas,de aquello
            que pruebo y deseara sentirme envenenada
            por su ardiente saliva?

            Y nada está existiendo salvo esta quemadura
            perdiéndome,
            salvándome
            de todos los retratos, de todos los avisos
            que prepara el dolor.

            ¿Qué me importa perderme
            si cuando me encontraba chocábame en penumbra
            con mi propio espejismo,
            si cuando estaba erguida era una indiferente
            altura de árbol seco?

            No dejes de besarme ni pronuncies mi nombre.
            Déjame que resbale sin fuerzas a tu cuerpo.
            Déjame que me pierda
            dentro de ti,
            igual que un abalorio que se extravió en tu abrazo,
            igual que mi virtud
            perdida con gozoso
            desatino.

        viernes, junio 06, 2008

        IX Poemas en Hermes (Revista nº 4)







            Interior de Santa María La Blanca


            Sosteniendo la tristeza,agotándome
            pero valientemente en pie,
            sin dar al corazón otro alimento
            que no sea
            demorar esta muerte y estar viva,

            hay un lugar quer ignora a mi adversario,
            un lugar que me espera sin promesas.

            En él la soledad huele a la atmósfera
            de un planeta divino,inacabado.
            -Quizá antes de marcharse
            el viejo dios de Abraham
            dejar quisiese un blanco de silencio
            para hacer llevaderas las heridas
            y suspender del aire la amargura-

            No creáis que en él desaparece
            la tristeza,
            no,no creáis que surgirá el prodigio
            del olvido,

            pero valientemente
            entrar en él supone aclimatarse
            a mi voz,certidumbre
            de saberme perdida...He de encontrarme,
            tengo que prepararme a seguir siendo
            impaciente,voluntariosa,débil,
            así como la vida se desdice,
            así como estar viva aún me asombra.

            Y cuando digo adiós porque es preciso
            salir a los cuchillos y al engaño
            me llevo la tristeza
            aunque también un dios que es imposible
            de no creer.

            ¡Vuelve,vuelve,esperanza!,
            grito al templo del día.

            Y el día me responde
            con su ambiguo alimento.

        martes, junio 03, 2008

        VIII Poemas en Hermes (Revista nº 3)



          Pájaro acuático, contento



            (Otro soneto imperfecto,esta vez dedicado a Jesús Pino*)




            Sobre la luz me vuelo , la alegría
            del agua que se ríe o la arboleda
            que me inventa a las diez esta vereda,
            casi un beso del agua, la alegría

            de habitar la ciudad con otro nombre.
            Tú sabías, Jesús, que yo quería
            vivir cerca del agua si vivía
            besando la ciudad, besa mi nombre.

            Ahora me parece la esperanza
            cruzar despacio el puente- está encantado-
            y la impaciencia alegre en tu tardanza
            para venir a verme de este lado
            del río que prosigue en su alabanza
            de la ciudad que amamos, que ha besado

            el agua que nos vive
            con su fluir amado.


          * El otro soneto imperfecto fue dedicado a Alberto Sánchez, el escultor. En alguna entrada anterior está escrito.






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