sábado, mayo 26, 2012

VI Der Blaue Reiter






      El tigre. Marc

      Es el pausado movimiento
      volviendo la cabeza                                                                        
      hacia ti;
      quizá serías invisible
      o mira más allá
      de tu presencia.

      Pero no;
      su quietud engañosa indica
      que aplacó su apetito
      y, discreto bajo la umbría,
      deja pasar la siesta acicalán_
      dose.

      Cada día domina,
      se alimenta de ti,
      y te prefiere viva, inerme
      ante su salto formidable;
      si oliera que estás muerta
      la sombra de su rastro polvo
      haría de tus huesos, polvo
      de su implacable olvido
      te cubriría.

      Pero no;
      él prefiere que seas algo:
      una certeza dolorida
      de haberte descuidado
      en el azar de la ternura,
      un cuerpo que se va arrugando
      para cederle espacio
      a esas niñas del parque
      con salvaje ignorancia
      protegidas.

      Siendo muerta
      no te acariciaría
      con sus zarpas,
      ni comería de tus cosas,
      ni te robaría
      el don de la impaciencia.

      Siendo muerta,
      siendo nada porque no cree
      en fantasmas.






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Jardí­n al mar 1605 Blog de poesí­a y otros textos Ogigia María Antonia Ricas
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