miércoles, diciembre 28, 2005

Poema, fotografía





Lo que atesora la memoria
ignora el frío de la prisa.

Una luz de julio se ha quedado
en los soportales
aunque esos días de nublarse
y lluvia en La Mancha se peguen
a tu piel como una tristeza,
como algo más cierto
que

...”Pero ¿qué digo?
Que me estoy atravesando
el corazón; no es posible
resistir a lo que paso:
toda el alma se me abrasa.
¿Para qué, cielos, lo callo
si por los ojos se asoma
el incendio que disfrazo?”­*

Lo que atesora la memoria
es una lluvia enamorada
en esos días de La Mancha
grises.

Sólo el amor, que escapa siempre
de los retratos y los lamentos,
suele hablar. Nadie se detiene
a atenderlo.



­ *De EL DESDÉN CON EL DESDÉN. Agustín Moreto.

sábado, diciembre 24, 2005

Otro poema y otra fotografía





Aún no sopla el ábrego
con su lengua de lluvia
calando la camisa.

Sólo un potrillo saltarín
que no adquiere la fuerza
necesaria,
que juega como un rizo,
que ni siquiera desordena
el polvo.

Todo está detenido, amable
al mediodía, sin cansancio.

Te imaginas más alta
que el don de las campanas
y perfecta.

La cotidiana pesadumbre
queda lejos, allí,
se mueve ajena.

Volar si tú quisieses,
vencer a las gigantas
y su malicia.

O jugar con ese caballo,
caracoleando
desde un viento muy fino.



(Este poema está dedicado a un caracol misterioso. Va en bicicleta, le gusta el mar levantisco y provocar al viento...No sé su nombre pero, ¿qué más da? Es sólo un nombre, no importa mucho...)

miércoles, diciembre 14, 2005

Poema y fotografía

Una destreza se anuda a un ritmo y origina la levedad.

Tus muertos están de tu parte.

Sientes su respiración transparente en los nudillos de tus manos y concentrarte en la blonda es una conversación y les dices: vuestra caricia es la flor de los hilos; estáis tan cerca que os oigo mover por mí los alfileres.

Sabes que cada cual carga con un secreto, que las mujeres en compañía tienen a sus muertos detrás, protegiendo su espalda, enjugando las lágrimas que no deben salir en la tarde tan hermosa de la plaza.

Les dices a tu abuela, a tu tío: miradme, voy tejiendo un encaje con mi propia cansada materia, un camino de mesa para que sostenga mi nombre ínfimo.

Hablar con las otras mujeres lleva un aire teatral y convencido.

Nada es verdad salvo mis muertos, piensas, nada que no sea dibujarlos sobre el almohadón y pedirles pequeñeces porque están sentados con los dioses de la Nada.

Después te irás con ellos cuando cese el dindón de los marfiles.

Quizá tu hija venga a restablecer lo que dejaste o quizá únicamente muertos anuden lo ligero en los bolillos.

miércoles, diciembre 07, 2005

Una de mis fotos preferidas del fotógrafo, con el poema, claro



El mensajero se detiene por un instante antes de hablar.

Venía del resplandor de las islas, de los miedos en los cruces de caminos, de los mercados y la suerte, de las calles de tu ciudad por donde escapan los ladrones.

Interpretaba a los extranjeros y una leve sospecha se trazaba en sus rostros tras los pactos.

Las serpientes del kerykeion no acababan nunca de trenzarse.

El mensajero piensa cada palabra antes de hablar y elige una que se desvíe a la verdad y a la mentira, otra que golpee amorosamente con su mal, y para la última escoge un filo que penetre fatal y limpio y que su herida no se cierre nunca.

Ellos son terrenales y aún no atienden a los avisos.

..........................


Tu padre, que conocía bien el fuego y los metales, te llevó de la mano al Museo del Prado.
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(La foto me recordó el cuadro de Velázquez, cuando Vulcano está a punto de recibir la visita del Mensajero, del engañoso e inigualable Mensajero)

jueves, diciembre 01, 2005

Otra foto, otro poema


¿Con qué música baila el lienzo
escapado?

¿Qué música del día
de volar?

Cometa sin bramante, pájaro
del recuerdo de harina.

En la reja del aire, nido
quieto,
el silencio captura el aire;
en el arel del aire
hay un silencio con voz de hombre
llamando a velas blancas.

Y el lienzo arriba, arriba, lleva
una palabra loca,
una bandera del país
de los ríos sin peso,
una carta,
un vestido de novia; lleva
el pan que se ha mudado en nube,
la miga de ese pan
sobre la vela de los barcos.

El cedazo del aire
lo reclama,
lo quiere para sí,
para cosérselo a la piel,
para besarlo.

sábado, noviembre 26, 2005


De la materia de la sed,
sumisa carnadura de la tierra;
de la materia donde flores
caminaron con su pequeña vida,
y el viento acarició su vientre
callado, acogedor de sangre,
vientre dócil, intenso, que serena
a los muertos.
Del laborioso tacto que transforma
el cuerpo maternal y todo
el ser de quien se inclina crea
y se concentra en tal prodigio,
se envuelve de silencio imprescindible
y amalgama una forma que contiene
un planeta
y ya no sólo arcilla es la costumbre,
no sólo de un objeto el alma
moldeada
se muestra.
De esa materia calmas la avidez
del agua:
te sumerges en tus manos alegres,
tomas un regalo escondido
y ya eres el agua misma, eres
un objeto de amor tan necesario.

martes, noviembre 22, 2005

Poema con foto del libro "El espejo del viento"


Para que una porción de sol
no más grande que una manzana
dore los muros y florezca
cuando la hora
de la melancolía,

para que distingas el rostro
que te corresponde expectante:
se aproxima y un regalo suyo
llena tu casa
con su lazo de fuego,

para que quien regrese sepa
perdonarse el pasado
aunque la austeridad rechace
cualquier adorno,
cualquier añadidura al hecho
de ese encuentro,

una estrella mínima allí,
tenaz, consoladora,
luce
humana y breve.

( Y el campo
es ancho y grande y noche
.)

...Y su parpadeo pronuncia
tu nombre.

jueves, noviembre 17, 2005

Esta vez poema corto con su foto


Con su raro alazán
recorre sus dominios.

Quién jugó a caballero,
cuando la infancia escoge
ser eterna,
repite lo que anduvo,
no se cansa del tiempo.

sábado, noviembre 12, 2005

Poema y foto


¿Escuchas, mientras habla contigo de las cosas, el golpeteo de la cárcola?

Con qué facilidad mueve la vida su lanzadera: en tu serena urdimbre enfila un hilo rojo de dolor o de placer vertido, un hilo blanco de la ausencia de culpa, amarillo del mar, de ese otro mar cercano que enceguece. Y azul de ojos amados de quien niega. Luego la vida tupe con el peine tanto dibujo, a ti, para que quepa más del daño o del asombro.

Tú dormías vacía de siluetas y de ángulos. Y al concluir la red te tenderás.

¿Escuchas, mientras te habla la tejedora, el murmullo que la mañana trama sobre ti?

domingo, noviembre 06, 2005

El poema con su fotografía

¿Quién distingue la densidad
del tacto?

Dime qué diferencia se halla
entre la huella de la flor
y su perfume.

Cuando el lienzo escapa, un reflejo
se reúne, se fortalece
y el recuerdo recobra
lo perdido:

rastro del giro vuelve
transformado en el muro,

fantasma del moler regresa
y se posa en el encalado
como un pájaro negro,
sólo negro por abrazarse
al blanco.

Dime que ese pájaro tensa
sus alas
y se yergue para volar.
Dime que vuela.

domingo, octubre 30, 2005

Siguiente fotografía


Conoce lo oculto, sostiene
la calma y la ceniza.

Luz,

entre tanto, que se enreda,
que juega, curiosea.

Conoce la tierra mojándose,
huellas de mineral
de sol a sol,

pieles de insectos,
crujidos de semillas,
diminutos guijarros hechos
de sed,
el ángulo del alba
en el talón pulido
por las horas
y oficios del cansancio: puntas
de flechas sin gritar hendidas
suela adentro.

Y restaura la prisa,
esa parte del pie que vuelve
a casa;
lima, en el puente,
restos de escamas de animales
de polvo;
raspa, acuchilla, mide el cuero
que ajuste a curvas suaves,
próximas a la arena,
y cose donde ceden
junturas o una vida,
veredas cotidianas, días
de fiesta
cuando el calzado es fino.

Luego abrillanta con betún
y observa el desenlace
y apura el equilibrio
del cigarro.

La luz sigue en el juego,
sigue curioseando
y es septiembre.

domingo, octubre 23, 2005

Otra foto de "El espejo del viento" con un poema


Si los tocas
todavía conservan
ascuas,
no sólo un ornamento
durísimo,
no sólo un negro
resplandor.

Si los tocas,
palpas su tacto de metal herido,
quieren abrir el cuerpo que protegen,
quieren negar su muda resistencia.

Abrir en dos el pecho del silencio
al sol del mediodía más pagano;
abrir de par en par
la penumbra de un cuerpo
en soledad tan frío.

Y que ese cuerpo beba de visitas
extrañas,
que su cintura
se deje acariciar,
y que su pecho tiemble,
que la casa reciba
al viento aventador de su salitre,
el llanto seco, el llanto.

Si los tocas se ablandan
despacio, si los tocas
desisten de cubrir,
mira, se endulzan.

sábado, octubre 15, 2005

Otra foto


El humo antiguo del deseo
conversa
con el calor.

Un misterio femenino flota
entre los abanicos.

La respuesta sagrada
recorre esa materia de humo,
tiene los ojos de quien vive
creyente,
son ojos de mujer,
ojos de madre que rescata
al hijo muerto de la muerte,
lo desclava
y lo acuna,
lo abanica,
le da en el corazón
para que mueva su regalo.

¿Qué importa ahora el tiempo
que carece?

sábado, octubre 08, 2005

Otro poema sobre una foto de "El espejo del viento"



No has dormido porque la alegría perdura en su sueño con los ojos abiertos, bien abiertos, impaciente.

El día augura una promesa de burlas derrotadas, una impresión de conocer tu sino.

No es otra cosa que un temblor jubiloso el dedo del amanecer cosquilleando en la cadera de la noche, despertándola, ocupando su cama con un ruido rosado.

viernes, septiembre 30, 2005

Segunda foto


Perspectiva de altura al mar.

Has de subir, llegar al mar.
Soportas
un cuchillo de sol,
lumbre en los pies y sal
en tu frente.

Pero alcanzar lo glauco de este mar
y contemplar su orilla,
tender tu brazo triste a las montañas,
puras islas azules...

Conseguir diluirte sobre el mar,
acariciar su trigo,
adivinar un mes con su precioso
estambre,
ansiar el jugo tinto que serena
un desánimo,
decir: ¿qué queda en mí
que no sea de tierra enamorada
alrededor del viento?...

Perspectiva de altura.

Subes las escaleras
aunque te ciegue un ángulo radiante
con su enigma,
aunque la lumbre ciegue

con su hueso de sombra.

sábado, septiembre 24, 2005

Primera foto




Escondes papelillos
cuidadosamente doblados.

Blanco que alienta la blancura,
cal de deseo hierve en tinta
blanca.

Donde ha hendido la luz
tienen la sangre fría
dos lacertas
que escapan de tu mano pero
luego,
entre la estrecha sombra
de las junturas, leen
esas piedras pequeñas tuyas,
íntimas del ansia.

Y se salen al sol, más tarde,
verdes,
contraste del deseo con lo blanco,
breve quietud nerviosa
del secreto.

Nuevos poemas

Los poemas dedicados a las mujeres reales, imaginadas (o mágicas o rastros de mujeres en mi respiración) finalizaron.
Esta serie nueva de poemas que iré presentando ahora se publicó en un libro titulado El espejo del viento, un libro de fotografías de Robés, magnífico fotógrafo. Los textos acompañan a algunas de estas fotos. La calidad de las imágenes ha empeorado mucho al escanearlas pero es necesario contemplarlas porque los poemas se escribieron en función de las mismas.
Son fotografías sobre La Mancha, siguiendo el rastro fantasmal de un caballero y contemplando una actitud secreta de esta tierra.

sábado, septiembre 17, 2005

La desdoblada


YSEUT



Consciencia del veneno, lámpara votiva en la proa del barco. La galerna espuma los gritos de los ahogados y la electricidad sutura cualquier recuerdo de una infancia huérfana.

Sonriente en la tempestad, madreselva impávida, decidiendo amarte, aprendiendo a envolverme al mástil de arpa de tu cuello, cantando un nuevo lai, avasallando a los remeros con mi pelo rubio y mis manos que sanan.

Toda la lluvia del amor rebosa de esta copa, desconcierta alianzas... y arrojo al agua los anillos, la mansedumbre, la doncellez, los esponsales bordados en mi pecho.

Bebo de tu labio, degusto sangre que sabe a soldaduras siales alzando una piedra impaciente.

Vivo porque tú estabas muerto, ileso, vestido para la renuncia, y he posado el metal del cáliz en tu sed, he dicho en alto Lázaro, camina, y saboreo de tus dientes la pulpa del veneno, pez del mar de los venenos.

Vivo en un litoral hostil y vivo fiel a mi apariencia pero ebria de la distancia de tu boca a mi boca, vaso que apuro en la muerte, en tu boca.

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La imagen es del inquietante Aubrey Beardsley

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domingo, septiembre 11, 2005

La princesa Galiana




QUIRKAT DE LA PRINCESA



Comienzo
en la mesa del lance de la noche,
Al-Zoharah, tahúr, me desafía.

¿Quién llegará cruzando los diagramas
del norte, del destierro, mercenario
guerrero? ¿De quién huye? ¿Que terribles
parajes lo despiden?

Propicio habla el silencio para el juego;
hace ya algunas horas que enmudece
el laúd de la tarde en los arriates
de celindas.
Un perfume,
un chasquido en el río.

Ladran perros guardianes, centinelas
ralentizan la ronda...desatienden,
se tocan la cintura, va bajando
su mano,
se humedecen, se queman en secreto.

Ni un venablo silbante se dirige
a los labios
en reposo.

Como tienen las hojas de la acacia
un tatuaje
oigo a un jinete desde la frontera.

Y en las cartas astrales leo el trazo,
la espada Durendal
que he de besar muy pronto. ¿Quién me llega,
galopa en esta noche? ¿Quién me llega
de lejos? ¿Qué viajero?




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Galiana, princesa adivina, enamorada de Carlomagno en sus aventuras castellanas, según el cantar de gesta.

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El quirkat, o alquerque,es un juego pariente cercano del juego de damas

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El dibujo es de Santiago Ríos

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domingo, septiembre 04, 2005

La oscura

*
CARMILLA



Where the nights are brigth
and joy is complete
keep my squeeze in Green Flower Street,
canta Donald Fagen.

A medianoche, música
que escala a tu ventana, recorre el dial
de esta hora que destila sudor y silencio;
petunias recibiendo
el único color de la Luna.
La música te inquieta,
te asomas a la calle
de esos coches lujosos, lacados, reposan
como perros de raza.

No te deja dormir
la temperatura del monstruo delicado
abrazándote,
explorando el contorno de tu herida, la besa,
succiona tu jadeo...
es el aire que escapa de la mejor vida
desafiante.

Y te llamo mi príncipe,
arpista de Lothian, púlsame, acaríciame.

Un pétalo de petunia cae con gotas
de sangre, de líquido aromado, de filtro
que sedientos bebemos.

El espejo sólo recibe tu destello,
alabeado cuerpo que aúlla a la querencia
de la Luna.

Yo estoy enroscada a tu cintura, una sombra,
una hija del calor, una perra de julio
que vaga por tu calle, canta con voz de hombre,
sube a tu ventana y mete el dedo en las aspas
de tu ventilador

...in the remote suburbs of a northeastern city
during the late fifties.



*Protagonista del cuento de mismo título de Sheridan Le Fanu
La pintura es de Leonor Fini
El texto en cursiva pertenece a un tema de Donald Fagen

domingo, agosto 28, 2005

Palabras de Calipso


EN OGIGIA


Él ha pisado las violetas, se tambalea, cae, vuelve a levantarse, dejan sus talones un rastro de siembra estéril en la playa.

El tiempo es una grulla que vuela al sur y se detiene en el retorno de una nave que ya no transporta a los átridas sino esmaltados cofrecillos de niños.


(Si la luz incidiera bajo el árbol, si una bondad de luz cruzara bajo el árbol)

Él se acerca, se tumba junto a mí cincelado de tiempo, fechas de herbívoros de tiempo sus piernas desnudas (le mordería), y en su cintura sumo edades malogradas (paladearía a qué sabe la sangre de su tiempo)

Y me habla de su patria con labios blandos, femeninos en los dinteles de las casas, con pesadillas recortadas como mujeres en llamas en torres enemigas, robé sus ajorcas, me dice, un botín para el olivo de su cama nupcial.

Luego llora porque ha mentido, ha olvidado y recuerda, y miente, y ha mentido.

Y me habla del regreso, reuniré mi herencia en un monte de lluvia, será dulce el agua que lo mece.

A mi lado no hay tiempo, va un ave desde la isla, nada dibuja flechas de futuro, nada al final es un abrazo.

Los amantes
se ocultan bajo el árbol, se aman sin propósito, sin tiempo, sin tiempo, sin tiempo.

domingo, agosto 21, 2005

Beatriz Portinari



Mostrasi sì piacente a chi la mira*



Camino con los niños que cruzan el sembrado cuando la escuela al sol. Si viera el campesino cómo buscan perdices y engañan al reclamo, verdes más que la hierba.

Vuelo con la bandada vertical y silvestre. Es una tela fina rescatando la luz, jugueteando al ánimo…agita un aire corto y la impaciencia de esas ramas que alocan brotes de febrero.

Y dejo secos bulbos de niebla resistida que a ras de suelo rueda para que los amantes se sientan melancólicos en sus mesas de té.

Alguien que me ama lejos no duerme porque me ama; lo leo en mi semblante del espejo, sonríe como el autorretrato de Latour; lo leo en las macetas de margaritas nuevas, se vuelven a mirar, el infierno no existe.

Y soy de lo dorado: me rescata la luz, me imploran las perdices, me repite febrero, la abeja soñolienta que, inexperta, se huele, se quita el hielo y vuela.

Y viajo con mi amor aunque nunca conozca a quien me amaba.


*Verso de un soneto de Dante



* La pintura es de O. Redon

domingo, agosto 14, 2005

Cat People


IRENA



Dejadme
que simule estar muerta bajo el árbol.

Vienen los monos aunque
me presienta el impala sensitivo
o cualquier hombre tenso,
buen padre de familia se encarame
al tejado.

Vienen los monos
como palomas, como bulliciosos
danzarines de verbena que ignora
ramas emponzoñadas,
para asegurarse que estoy tendida
y mi desmesurado corazón
es un harapo
de los días de lucha.

Si ahora parezco
rematada por flechas de cansancio
guardo mi aroma que fascina, la noche
reconoce lo que he de devorar.

Muertos, dejadme
que le hurte al tiempo el hueso de los buenos;
se bajarán los monos, se confían,
quizá me arranquen pelo
o se orinen en mí.

Dejadme el juego.
Toda la fiesta olvida una fragancia
de alarma.

De pronto el viento es lento comparado
conmigo:
primero es mi pupila...un tacto de uñas...
¡Y tan hermosa el ansia en mi zarpazo!

martes, agosto 09, 2005

¿Quién teme a Alice Liddell?


INSECTOS EN LA CASA DEL ESPEJO



Una señorita,

a la que nombramos con el apelativo poco correcto en la ciudad donde la simetría desdeña el arte de la fuga,

patina semejante a una luciérnaga comiendo de las trufas que laten a medianoche en el bosque de las conmemoraciones,

patina en la porcelana con tres mariposas del té destinadas a morir porque es imposible beber y no naufragar.

Esta señorita

ya no se marea por andar al revés; concertista patina, va de atrás hacia atrás girando el cuerpo, un pirueta vira su cuerpo…es fácil desplazarse al pentagrama no descifrado aún.

La señorita,

que ha olvidado cruzar a nuestro lado, retrocede –repito- al momento en que la hija de un banquero se siente mirada por el Poeta de los Círculos pero se hace la tonta,

toma la pesadumbre del amigo de Virgilio y patina hasta la playa que nos aterroriza, y la tristeza imperecedera de aquel amor imposible le afila las cuchillas, la sitúa en el tablero de ajedrez, y la vemos, una y dos, saltando y, tres, llegando blanca, negra, libélula ligera entre los juncos.

miércoles, agosto 03, 2005

Ella tocando la guitarra

LAS MADRES

Una flor de ciclamen blanca, persa, disecas en el libro de los miedos.

En el retrato de la chimenea dudas que estés viviendo y precisas, entonces, el depurado estilo para la resonancia en la madera, el marchado barniz donde se apoyan tu agilidad y el gozo de la música, y reconstruyes la delicia de una belleza a salvo de esto triste.

En cuántos jardines de poetisas célibes repartes partituras, oh, tanta gracia.

En cuántos jardines llamados Mar del Plata ellas piensan, ahogadas, y tú no te hundes, esperas a que las cosas se eleven y caigan maldecidas, como estar retratada y estar entre despojos del amor.

Si la amargura asola y el pavor se acostumbra a los benditos una flor de ciclamen blanca, persa, recoge la certidumbre de anónimas mujeres en su memorial de matriarcados de la hechicería.

Yo estoy aquí, te he encontrado el autógrafo de Tárrega y el diapasón, moneda, talismán para entregar al Caballero Blanco.

Serás la reina del atardecer de agosto.

Estoy aquí heredando tus jardines, jugando, igual que tú, a las damas que avanzan sus presentes.

No olvidaré regar ni amar ni, en marzo, limpiar de soledades las albercas.




Este poema está dedicado a Rosario F-H, concertista y profesora de guitarra, mi profesora de guitarra(1914-1999)

jueves, julio 28, 2005

Homenaje a una bailarina y coreógrafa (1894-1991)


MARTA GRAHAM


Alma en la punta de los pies que inhala el intervalo y tensa el diafragma por donde fluye la aguja helada de la música. Y se calienta, gira, espira, emana la fuerza de lenguas incandescentes que retienen sonidos para los músculos.

Destilas un olor, te atreves a doblegar la magnetita de la lava.

Caes primero a plomo, laxa en la tierra. Has susurrado madre, Primavera Apalache. Luego te contraes, miras en ti, desprendes tus talones, yergues, dilatas, hurtas verticales cercanías a la materia de la música, y transfiguras otro equilibrio, otro ligero paso, otro pájaro, otro plinto de lo liviano.

Una orquídea pesa más en el desfiladero de Ba Zoi, un pañuelo de seda pesa más, y el lastre de una pluma, el tronco de una avispa mineralizan más.

Vuelve a la punta de tus pies, a tu sudor, juega contigo.

Vuelve,
juega,
echappé,
levanta gramo a gramo, poro a poro tu sometido cuerpo. Tu trenza muscular ya es una música.














sábado, julio 23, 2005

Olympia, Manet



DESNUDO DE VICTORINA MEURENT





Arqueaban la ceja
sólo con monosílabos.


Sombreros según Ascot
separaban el mal de la victoria.

Si me preguntas te diré que rojos
purasangres
compitieron
y flotaba en el aire
la excitación.

Una elefanta prevaleció en la lluvia,
magullaba
los zapatos de raso. Fue soberbio
el barro con las heces
del corcel ganador llamado Trueno.

Me canso de envidiarlas
y mi cansancio se asemeja al tacto
de las flores
del echarpe de Oriente.

¿Vienes porque adivine tu futuro?

Serán
presagios en mis muslos como pitia
rodeada de signos.

Que te huela mi gato
y el ramo que trajiste no acicale
séptimas dinastías del hipódromo.

Que te sea intocable
y me prefieras
cuando vea en tus ojos
el simún del deseo que es la concha
de un dios adicto al juego de la muerte.

El brazo de una mártir
derriba escarapelas
y yeguas espantadas relinchando...
les ladea el sombrero
se empaña el maquillaje.

Y me suplicas:
desata el lacito de tu garganta

Y me halagas.
Esconderé el presagio en mi desnudo.

sábado, julio 16, 2005

Santa Bárbara bendita, que en el cielo estás inscrita...





Soplo la pólvora para teñir
el lomo de rebaños haraganes
que abrevan al vapor de un espejismo.

Comienzo en dejadez,
me inclino hasta las sábanas de seda
de dos infantas que ensayan arrullos,
juegos de nigromancia
cadera con cadera.

Es esa hora en que el sopor oculta
un desafío,
una esponjada sucesión de sables
bajo mis muslos...

Se congregan guerreros al oeste,
se pulen los escudos de morado
bisel.

Te cuesta abrir un párpado, ¿verdad?,
después del bebedizo,
y cuando soplo entre tus cejas nadie
se enfrenta al zapateo formidable,
a la velocidad
de un asalto de peces voladores,
agua que se ama arriba...

Y descruzo las piernas
y consiento,
y el tambor,
y te vuelves felino,
y el relámpago.

Entonces cae el polen, titán hecho
de innumerables ojos,
puños que balancean
cabezas de calor, cabezas tristes.

Y más que lluvia, copas de peligro,
más que el peligro asuste a los rebaños,
es esa hora acuática, braceo,
me impulso con los pies

y te conozco,
y te vuelves perfume,
y el relámpago.

martes, julio 12, 2005

La abadesa

Hildegarda de Bingen (1098-1179)




¿Queda algún vegetal sobre la escarcha
del que puedas medir botánicas celestes?

Se confabula un ángel con el frío
y rueda hasta el acebo,
y salta a tu ventana, se diluye en la piedra,
y vuelve a endurecerse y persigue a las niñas.

Frotas sus nudillos amoratados,
las traes al regazo,
les murmuras que son las damiselas
de la ciudad con altos edificios,
bienaventurada.

Un ángel masculino no ha entendido
la dulce confidencia,
el dorso de tu mano que sostiene
turgente pecho, luego una cintura
estremeciéndose,

y maltrata a las niñas.

Debes flotar
para esas novias excitadas que oyen
la sombra del esposo con su sexo invisible
como pabilo hiriendo cuando goza.

Flotar, subir del hielo.

De rosas extrañísimas despojas
a tal ángel ceñudo.

Llamas a las muchachas, la campana congrega,
les muestras una danza, las despiertas
de sí.


(El programa de bajar fotos está caracterial, no me deja...esta vez, sin imagen)

sábado, julio 09, 2005

María Curie... Cuánta tristeza en el gesto, ¿verdad?




MARÍA SKLODOWSKA



Tus ojos se iluminan con incienso pernicioso.

Una blanda sustancia musical, un tintineo del genio destructor aún sumido en la lámpara que frotas.
Pides los tres deseos vacilante. Yo te imagino rubio el pelo blanco.

Llaman a la tristeza de tu foto la perpleja postura de un atuendo enlutado.

Pierre no exclama feliz: ¡tú eres mi dama!
cuando la primavera parisina desmenuza el desorden en parques de verdín.

Un mensaje:
¿es aquí donde vive quien descifra la arena emponzoñada? Una paloma llega. He ganado, está bien, dices, es tarde.

Yo te imagino rubia con los muertos.

Y ahora que tus huesos -igual que en el cuento de los hermanos Grimm, el de La Luna- rutilan bajo tierra, se retarda la prisa, el tiempo te acompaña y la sangre seca bajo tus uñas adquiere un resplandor de violonchelo.

Eras una nadadora en el humus y nadie supo hablarte del veneno.
(¿No puse ya este poema?)

martes, julio 05, 2005

Ir, Ir



(*Tuset)

Un grupo de viajeros victorianos observa el paisaje desde el Pilgrim´s Rest,
a los pies de la pagoda de Schewedagon, cerca de Rangún.

Palmeral del tapiz de la distancia
con una muselina de sonido
consolador.
Contemplasteis esbeltas
maneras de sentir las estaciones
que recorre una delicada muerte
impetuosa.
Contemplasteis costumbres,
rencores igual que un collar guardado
como la única herencia que distingue
la verticalidad de mariposas
muertas porque lo amaron todo aprisa.

La distancia desdibuja gusanos
o miserables seres cenicientos.

Te ataviabas de blanco casi en ángel
y vosotros declamabais poemas.

domingo, julio 03, 2005

Arriba, arriba



El sherpa Tenzing Norgay,
a las 11:30 de la mañana del día 29 de mayo de 1953.

¿Para qué sirvieron las intenciones
de la envidia?

¿Para qué sirvieron las madrugadas
que intrigaban con las aceras pasos
donde caer y lastimar columnas
vertebrales? ¿Y ese resentimiento,
ese pensar tú te mereces parte
del festín
?

Ya queda atrás, ahora, la aflicción
si el esfuerzo consigue lo inservible:
un verso de la diosa del oxígeno,
briznas de un sacro aliento disponiéndose
a hablar.

martes, junio 28, 2005

Mi Vivaldi, otra vez


CONCIERTO PARA OBOE, CUERDAS Y BAJO CONTINUO EN RE MENOR. Op. 9. Rv 454


Allegro

Parezco desarmada, inofensiva, bandera verde y las gaviotas, y el satélite diosa calmando su reflejo en el agua.
Mañana perdonada por los asesinos, mañana que inventa calideces, la muchacha azul reciente, el atleta madrugador que avanza descalzo, se tiene, se enamora de la brisa.
Todavía no juegan tumbonas con cuerpos a tenderse vencidos, aún las sombrillas son modestia y el algodón de las toallas impacienta un color en corredores ventilados.
Yo, que era de tierra adentro, que era solano de resecos lagartos, paisaje de perdiz, cereal rogando el tambor al aguacero; yo, algunos árboles maldecidos, fortaleza en ruinas, población marchada,
subo de ti despacio medusas, subo salivillas a la arena: una caricia que se dispone para explorar las pieles, la sal sobre los hombros, en las pestañas de las niñas.


Largo

Me repliego, me llevo porciones del soñador, del que se ha dejado lamer y recuerda parentescos con medusas antiguas y seres que culebrearon muy curiosos orillas;
me repliego a tu pulmón profundo y me llamo delicada actinia moradora de argonautas que duermen las rutas del vino, de esposas hechiceras, mediterráneas criaturas, calladas cajas de resonancia en ti:
allí nos llegan príncipes del odio convertidos en algas vibrantes, venganzas con forma de monedas, poetisas vestidas de lágrima...
en nuestro abrazo, la biblioteca de Alejandría meciéndose, conservando sabias escrituras de un ansia insaciable.


Allegro

Penetrándome desencarcelas pajaros de galerna, elefantes atormentados contra los vientos de un velero pretencioso.
Escucho a cada una de mis células decirte que sí, que es el momento de ser un castillo ni siquiera soñado por castos guerreros, de ser peligrosa, revelarme, gritar.
Avanzo vertical, adelanto a la tormenta y bailo la danza que conocen las brujas de los acantilados, bailo la música de una luna buscando a su amante entre multitudes que multiplican sacrificios,
y ya es imposible, ya no puedo volver atrás, ser virgen, ser dulce, ser una bordadora adiestrada en el arte de olvidarte y desoír cómo te marchas.

domingo, junio 26, 2005

¿En familia?





Los secretos que nunca contaremos se sientan
a comer pastelillos que madre ha cocinado
esta mañana.

Después nos comeremos sus cabezas adúlteras,
sus pies de tedio dulce. Hay una intimidad
casi caníbal.

jueves, junio 23, 2005

Gesto




La risa,
porque hemos descubierto un pensamiento,
un animal que tiende a liberarse
y anida en las mejillas y desnuda.
La risa,
porque son escasas las posesiones
y un misterio que abre su boca puede
ser poderoso y, sin embargo, grácil,
cantarín.

La risa, sí, la risa
en esta situación insospechada
que ataja la rutina
y ya no quieren proseguir idénticas
la derrota, la entrada de la muerte.

Sí, la risa:
tal vez llevas ridículo el sombrero
o es un pez que te muerde de una oreja.

martes, junio 21, 2005

El marino

Las amapolas y el cantueso reavivan la temporada de los baños, ensenadas de cuarzo verde,
blando
viento verde preferido por el trigo,
dientes de león buenas y cobardes, pri-pri de las perdices y pájaros pequeños con nombres tan pequeños que no les caben en el pico.

Lagartos en las lindes como cruzados cuidando aún el campo de batalla, y moscas vampiras molestando a los bañistas y mariposas disfrazadas de gaviotas sumergiéndose en la hierba.

Él hace memoria, no recuerda ningún ahogado mar adentro, en la hierba; hace memoria de la noche de los grillos, de la temperatura que despierta a los murciélagos, la noche querida, dormir en tierra firme
en su cama
morir.

Y aunque a la hermana le dijera que estaba bien de salud en sus dos últimas cartas, la espuma salitrosa le ha endurecido el llanto y bajo el agua se ha perdido la excitación de las conquistas.

Cansado de abandonar el equipaje en puertos luminosos, cansado del horizonte de Ulises, de los delfines, del tuétano de algas, desea no ser libre, dormir en tierra firme
en su cama
morir.

domingo, junio 19, 2005

Cerca del Himalaya, cerca de los dioses...



En el valle Spiti

Donde la hierba apenas tiene un nombre
y las únicas flores pertenecen
a coronas de hielo, a los Aditya;
donde la piel se seca y se confunde
con el color del barro o las boñigas
de ovejas aceradas por la altura;
donde las rocas aman los glaciares
y se envanece un mundo fragmentado
pero se hace cristales y se alisa,
es absurdo pensar que moriremos.

jueves, junio 16, 2005

Eso sin forma




El alma, la palabra
que temió de pequeña. No sabía
si al pronunciarla un soplo
se fuera de su boca
y se quedase tonta,
como un pájaro gris, como una piedra.

Y Dios,
- porque aprendió a escribirlo con mayúscula-
semejante a una cumbre,
allí sentado, viendo.

Unos días jugaba a los altares
con dudosas estampas de Murillo.
Otros días creía que era un pájaro,
una piedra casual,
y no importaba.

martes, junio 14, 2005

Leve pensamiento



Templos en Katmandu

Tienen una graciosa falta
de peso los tejados.
Dioses
como los ciclos de la flor
de altura.

Quizá una vida es esto:
serena
pero perdida la mirada.

domingo, junio 12, 2005

La delicadeza, el tiempo




Joven bailarina oriental

Junto a tu lado pasa con señales
de futuro esperándola sumiso.
No sabe del hedor de los vampiros
disputándosela.
Desconoce que será transparente
y tú la odias.

jueves, junio 09, 2005

Ah, mi querido Vivaldi



CONCIERTO PARA CUERDA EN SOL MAYOR "ALLA RUSTICA". RV.151.


Presto

Uve de pájaros vivaldi, siempre pájaros si has leído mi letra en el amanecer, inexperta que corretea por la cuadrícula del cuaderno escolar rastreando modos de cazar un insecto sílaba, recordando conversaciones de las señoras que se esconden en la celeridad del día.

Pájaros impacientes: saltan sobre los versos y regañan por la pequeña larva oculta, médula de lo más hermoso que rompe las costumbres de la jornada. Pájaros aupados al tejado, despierta, pían, regresa de tu estar en ti.
Ellos te aman como los niños que no dejan saludar a su maestra y la rodean relatándole atropelladamente que escucharon la voz que gira de los astros.


Adagio

No sé hacer otra cosa sino vuelo, creer en lo que nadie se ocupa o se detiene. Voy despacio, apreciando colores de los prismas, de nervaduras tocables.
Voy muy despacio cuando exploro el rapidísimo tejido de tu vello, las ramas altas del avellano de tu sombra.
Envidio a veces la destreza de los maestros que usan ágiles tijeras para recortar las tiras de esos muñequitos encadenados de la mano.
Lo único que sé es el vuelo, planear atrapando un flujo de aire que sale de tu boca igual que si estuviese quieta, sostenida por un apoyo lento, natural, transparente, en el que nadie ha reparado.


Allegro

Elegida, orgullosa, atuso mis plumas. Soy tus ojos como águila de una mítica historia, soy el regreso desde el Sur a las lagunas, a las torres, cuando el invierno debilita su resistencia y prefirieras abandonar lo oscuro de tu casa y salir a la noticia de una repetición gozosa.
Cambio tu perfil moderado por esa indiscreta corriente que no cesa de humedecer tu libro de recuerdos, capas de palabras heridas sobre palabras maldecidas sobre palabras contagiadas de la dolencia de los muertos...deja que acaben de morir.
Vendrán los corazones alirrojos y será difícil negar su vuelo.

martes, junio 07, 2005

Poema


LA QUE LIMPIA LOS URINARIOS

Es invisible cuando Tamara de Lempicka se suaviza en sus bragas de raso y se reconcilia con su vestido mirándose en el espejo, retocando la curva de sus labios y yéndose después mientras calcula la pedrería de sus amantes.

La que limpia no ha deseado la danza de los peces bajo el tedio del Adriático, no sueña jamás con encontrar un brazalete de plata que burle el recorrido de los desperdicios.

Pero conoce el candor de los que se alimentan con pétalos de rosa por el yacer casi inodoro de sus heces y cuántos miles de cerezas se precisan para el pastel intacto de una novia bella y anoréxica.

Conoce el temor de los hombres de negocios en la mancha que dejan sobre la porcelana de hielo, el secreto de las embarazadas porque gimen al cerrarse por dentro en dos metros cuadrados de soledad y el caviar que comieron los discípulos de una logia y el licor culpable que embriaga a los amantes de la condesa Tamara de Lempicka.

Cada día se resume en los desagües llegando al fondo de los pensamientos elevados. La música del agua no le regala arroyos transparentes.

Y cuando acaba su trabajo se marcha más distante que la pintora Tamara de Lempicka. El sol no la golpea con su desvergüenza y en la oscuridad su paso está cansado como la danza de los perezosos que se aman en un lujoso hotel de Venecia.

lunes, junio 06, 2005

A veces lo sombrío...




ECLIPSE


Aquella tarde, cuando revelaron
las ilusiones falsas esmeraldas,
como la conquista de un nuevo mundo,
como la bola de cristal mintiendo
el porvenir...

Aquella tarde que detuvo el reloj
-mucho después de la última alegría-
murieron las palomas mensajeras
y creció con la sangre una pequeña
criatura.

Se aproximaba el vuelo de un satélite.
Fue acomodarse al peso de su círculo,
adecuar las pupilas a los cambios
de luz.

Adiós, decirse, o callar simplemente
el hueco que dejaba la esperanza.

sábado, junio 04, 2005

Pertenece al libro SEXTO SENTIDO


(Jack Spencer)

ÉGLOGA PARA EL SEXTO SENTIDO

La niña aguarda el grito que anuncia a los barqueros.

Rizando la mañana
en los meandros, vueltas que destrenzan las algas,

pelo de azuda, vueltas de carrizos que esconden
alas, siseos, huevos, chapoteos de vidrio,
virarán los barqueros
de la noche.

La niña aguarda el grito que anuncia a los barqueros.

Saludan en la orilla traslúcidos delfines

de agua dulce trinando historias de un estuario
donde vieron zarpar a los soldados jóvenes.
Los delfines exploran campanarios anfibios,

calles que la distraigan
de la espera, azulejos brillantes de esas casas
con el suelo encerado, terrazas soleadas
y puntas de ciprés.

La niña aguarda el grito que anuncia a los barqueros.

Lleva barro en la boca,
"es la tierra más vieja que conozco", y sonríe.
Más allá, siete grullas

están soplando cuellos de botellas de náufragos
igual que siete geishas

recitando mensajes de seda, los mensajes
de objetos extraviados sin dueño ni avaricia.

La niña aguarda el grito que anuncia a los barqueros.

Aún no tiembla el pulso añil de las libélulas,

aún tonalidades de pereza y relojes
ruedan hasta las cañas.
Y la niña recibe pedacitos de sueño,

jirones de camisas
de la Luna
confundidos con hilos de una araña, enrojecen,

se transforman en peces.

La niña te repite

canciones de soldados poetas, de mujeres
que amaron su reflejo
en las hojas
de las armas,
quemándose, apresadas de los filos flexibles,

y regalaban sangre sobre el metal viril,
"es la sangre más vieja que conozco", y sonríe.

Y se yergue, de pronto, tan alta porque agita
sus brazos,
porque escucha en sus ojos llegar a los barqueros.

Los barqueros que vuelven de la noche desnudos.

La niña toma el agua y la lleva a tu boca,
"es el dolor más viejo que conozco", y sonríe.

Es la ciudad un río
de presagios.

Es el río una niña que grita a los barqueros.

Regresan los barqueros, te embarcan en sus luces,
en sus quillas de estrella.

jueves, junio 02, 2005

Un viejo poema


(*) Mat Sigüi

PEQUEÑA HISTORIA DE MI MANO

Hace tiempo
la Luna me cabía en una sola mano.
Era grande y espléndida,
una recién casada
con el hombre que besaba sus dedos
y leía
señales positivas en su palma.

No sabía muy bien
mi mano de este mundo;
quizá nieve imprudente
fue abandonar la escuela...
¿De qué modo sostuvo la prohibida
atadura de un beso?

Pero mi mano ardía sin cansarse
aunque los terremotos
cambiasen de lugar
los nombres mágicos de los castillos.

Hace tiempo
de esta historia minúscula
que creía olvidada.
Hace tiempo
que mi mano no acoge
el don de una semilla.
Apenas se sujeta por sí sola
y tiene que ayudarse
de la otra mano triste.

Ay, mano mía, tibia y lastimada,
hace tiempo que el mundo
se volvió muy preciso.

miércoles, junio 01, 2005

Desde el mar...





CABALLO TIERRA ADENTRO

... Entonces, submarino,
desde su nido en ánforas romanas,
al lado de los barcos
lunares del aceite,
mecido en las mareas,
verdiazul, sin heridas,
olor a sal
y a litoral de dulces archipiélagos,

busca la superficie,
tierra adentro los pastos amarillos,
la golpeada sombra
de la encina,
la renegada col,
los breves pozos,
el grano austero.

Joven, urgente,
blanco de espuma aún,
primero al trote
de quien no está cansado
y es inocente, apenas irascible,
y luego, si galopa,
si corretea y halla
arroyos que le lleven
su saliva muy lejos,
feliz me mira y dócil pero libre,
dispuesto pero libre,

y me lame la mano
sólo un instante y oigo
las palabras del agua
más antigua,
se acerca regalándome
esa canción de bronce en las salinas...

Qué alegría tocar, tan tierra adentro,
la libertad del mar,su voz de alfana.

martes, mayo 31, 2005

Las terribles


(*) María Cristina Fresca


CON SU TUPIDA CAPA DE ABANDONO

Hay palabras que nunca se sosiegan,
que ni siquiera van redondeando
sus aristas.

Son como columnas de obsidiana:
lejanas de la lluvia,
de los adolescentes
que prefieren inventar un lenguaje.

Reúnen tanto acero en su tejido
que el paciente crisol del corazón
no las vacía;
se quedan en el fondo
brillando sin piedad
después de evaporarse la ternura.

Han resistido, impávidas, al hielo,
fueron temidas en el paladar
de la venganza;
hasta los marineros
maldicen su dibujo
y los imagineros las ocultan
en la espalda invisible de los mártires.

Y como son eternas
se transparentan sobre el desencanto
y acaban devorando ese silencio
que suaviza la angustia
con su tupida capa de abandono.

lunes, mayo 30, 2005

Quizá me repito con este poema


(*) Carlos Diego Llaca

INDIFERENCIA

Hablo de mí, por fin, como si hablara
de un viejo compañero perdonado.


Sera hablar de un reino vegetal
y entonces contarías
cuántas arterias verdes
salen de mi organismo
para anudar su savia
al anónimo arbusto del otoño.

Y el animal gusano,
el arácnido, rata, culebrilla,
tienen la boca rara de mi boca,
un rápido veneno,
un colmillo que sirve para herirse.

Hociquea en mis sábanas el tigre,
cuando me baño viene una medusa.
Verás cazar al lobo
en mi agreste costado
y al hombre de las nieves
huir de los fotógrafos intrépidos.

Hablar de mí supone
hablar de todo aquello que no es mío.

Yo soy lo que tú digas,
lo que tú quieras ver.
Soy indistinta, informe, no soy nada,
soy un nombre reflejo que respira.

domingo, mayo 29, 2005

Conduciendo de vuelta


(*) Concepción MOntes de Oca

VISIÓN

No es el dolor
cruzar muy cerca de la Sierra de Lay,
sin contraluz de sombras,
sin selvas que oxigenen
la longitud lunar de la llanura.

No es el dolor
atravesar el páramo
de la Sierra de Lay.

¿Qué gigante de invierno
se rodeó de arcilla torpemente?
¿Qué galápago enorme
detuvo su memoria
y se alejó del agua?

Alice persigue lámparas
sobre la carretera,
lejos
del vaho,
del helado vapor, del desdibujo.

No es el dolor
es el condado en humo del olvido.

Se va decolorando, disolviéndose,
se cierran las heridas

en la Sierra de Lay.

sábado, mayo 28, 2005

Ananké, Anankaia...con otro nombre, Hermíone




HERMÍONE

Si lo hubieras mordido
aunque él ha bostezado confiándose al habla: casi cierra sus ojos con tu lenta ronquera, detrás de ti las magas que se espantan el polvo, que sisean, tu sombra de tilos invisibles como pelo rozándolo y él- puedo mirarte oyendo a las montañas- dejándose alcanzar,
claudica,
viene
hasta tu boca o hierba, hasta tu anguila o trampa.

Si lo hubieras mordido
después de aparentarle la brillantez del hielo, después de reposarte- siento la vieja aguja que aloca, que ha emergido -,de distanciarte un palmo y luego, aproximando tu licor a su piedra, rodearlo, limarlo, penetrarlo, tenerlo.

Si lo hubieras mordido
por debajo de un beso que si le sabe a muerte es porque te abandonas y el beso te lo impide y el tiempo no interrumpe su lengua deliciosa- posada en mis encías, santa como un capullo
incontenible.

Ah, si le hubieras dado
el aire del jadeo, la joya del colmillo, la herida de ananké en gestos donde el ansia huele a impaciente pólvora.

Si lo hubieras medido
con hilos de saliva, con bordes de serpientes, con curvas no entintadas, oyendo a las montañas repetir desde dentro lo que era inevitable, acogiendo lo escrito, lo que era inevitable.

Y si él, si me responde, se durmiera en mi boca.

viernes, mayo 27, 2005

Mi homenaje a Pessoa


(Magritte)

ANONIMATO

La huella de mi pie tuvo su instante
igual que la pisada del hombre de la Luna.
Se aquietó la ceniza, el dios volvió su rostro
hacia mi rostro
y ardieron mis palabras
enterneciendo el pecho joven de los guerreros.

Pero al viento le gusta divertirse:
lame la imperturbable dureza del basalto
y nacen nuevas playas con su fuego vencido.

Figúrate qué rápido bailó sobre la huella
de mi pie.
Ni escuchaba
mi feroz disputa con el olvido
ni atendía el agobio de los viejos guerreros.

Ahora nadie sabe que alguna vez anduve
junto a un dios invencible. Que mi voz mantenía
la ilusión
de un rastro no del todo pasajero.

Ahora arrastra el viento mi nombre, un remolino
casi alegre visita mi morada
y no conoce nadie
que estoy viva
y el viento no repite lo que robó a mis manos
y me estoy ocultando aunque estoy viva.

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Jardí­n al mar 1605 Blog de poesí­a y otros textos Ogigia María Antonia Ricas
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