MOMENTO
Hablas
y una palabra a punto de perder…
entonces enmudeces,
la mano se paraliza en su bucle,
-esto debe de ser el Paraíso,
piensas-
un niño juega a repetir la ley
del rayo y su reflejo
y la porción de tierra roturada,
detrás de donde juega
el avefría,
desmenuza crujidos con la escarcha.
Cierto olor,
-qué deseo me trajo hasta aquí,
piensas-
una luz que se vincula al olvido
sobre el hombro
de veintiún niños que aún mantienen
el olor de su madre
amorcillo que reposa en el lomo
de la fiera,
pequeños adalides de afilados
instrumentos.
Vas
desapareciendo,
oyes
el carillón que disemina un ángelus,
-son creyentes, atesoran, pronuncian,
piensas-
si acabaras de desaparecer
enmudecida, lenta, otro te re-
emplaza
y nadie, ni los niños... no se percibe
el cambio.