sábado, julio 28, 2012

Ravel I

Algunos poemas para el redescubrimiento de Ravel, no sólo de su Bolero. Como si lo hubiera escuchado por primera vez... una iluminación...sí, la música, a veces, ilumina.


      Dafnis y Cloe. Suite nº 2

      Dejas de mirar con sus ojos los árboles que adormecen su calle. Ella ve al sol rozar un lado de la torre de acero. Esta mañana la paloma quieta recoge saludos, ha sobrevivido al blanco acechador nocturno.

      El pasto donde  la pastora suele entretener al difícil rebaño solitario brilla de helada sin caricia. Los animales desentierran raíces no quemadas o simiente en letargo.

      Lo que mira responde con silencio. ¿No te acuerdas que era muy fácil acogerla a tu lado cuando venías de tu casa hasta su casa? ¿No te acuerdas que hablabais una lengua que ella inventó por juego y tú entendías?

      Ahora  que estás muerto, comparte tu mirada. Cambia el sentido de la vista en ella. Sabe mirar las laderas bajo la helada, el cielo tierra adentro; nieva y, como tú, interpreta pisadas en la nieve.

      Con silencio responde tu presencia sustituyéndote y mirándola. Pero ella no se angustia, nada le niega separarse de ti. Sólo estás muerto y lejos. Ella ocupa tu hueco liberado y mira, maravillada, ese espacio sin vuelta con tus ojos.

sábado, julio 21, 2012

y...Der Blaue Reiter XIV


      Formas de colores I, II y III. Macke

      I                                                                                                   
      Ofreces el sueño primitivo,
      helechos gigantes desenroscándose
      alrededor de
      nunca te tocaré,

      pero ella no era de esperar
      a la puerta de su casa;
      su confianza es corta, su paciencia,
      ¿no ves?
      vive en la dimensión de un anillo

      y de nada sirve : te guardaré
      en el corazón
      o
      no te olvidaré. Ya estáis perdiendo
      la memoria mirando a la Luna.

      Aunque tu luna
      no es su Luna.
      En su fondo blanco,
      manchas de trigo, verdes, rojizas,
      se superponen como se rozan
      un deseo con otro.
      Y ni el mismo espejismo lunar
      platea vuestro rostro.


       II
      Los jinetes azules se cansan,
      se les caen los pétalos
      y sus semillas vuelan a alféizares
      desde donde el hombre frío
      mira la sombra de la mujer
      en llamas,
      pero no se acerca,
      no mira,
      está ciego en sí mismo.

      Moriremos.
      Es una lástima que dejemos
      sin hierba a los caballos.

      Nos hubiéramos citado
      en cualquier ciudad coloreada
      y, en sus escaleras,
      habríamos leído los pasos
      de luchadores
      imposibles
      amándose.

      Los jinetes nos lancearían
      y de sus rasgaduras
      surgiría un dios,
      un mundo aparte.


      III
      Redondea tus años, suaviza
      aristas naciendo de tu carne.

      -Dime, hombre frío,
      ¿qué son las palabras sino imágenes,
      simulaciones
      de ese animal magnífico
      y ahogado?-

      Sí, tornea los surcos del daño
      y la imprecisión te lleve a formas
      abiertas, no de sajas precisas,
      sino espirales empujadoras
      a una nave estelar,
      a una falta de víctimas,
      a una respiración habitada
      por el perfume de viejos pinos
      y el olor de un vino púrpura.

      Redondea tus años,
      hazte igual que una cúpula;
      es curva la luz de la mañana
      en sus facetas,
      una música que nada afirma,
      solamente es un caballo libre.




sábado, julio 14, 2012

XIII Der Blaue Reiter



      Paisaje con árboles luminosos. Macke

      Infantas difuntas juegan entre los troncos.

      Si  no prestas atención
      creerías que son siluetas
      apareciéndose y esfumándose,
      caprichos
      de la luz verde dorando ramas.

      No te inquietes,
      hay una casa cerca;
      no les tengas miedo aunque no sean
      las niñas en el parque
      ni los loros del estar cansado.

      Una muestra
      los mismos ojos que aquel muchacho
      a quien besaste entre los perales.

      Otra peina su pelo naranja
      porque era cítrica
      la tarde que te enseñó  a decir
      adiós a tu jinete de voz
      balanceándote hasta el delirio.

      Y otra mueve sus dedos granate
      de haber escrito primaverar
      con sangretinta;
      después se ha oscurecido.


      Y otra
      vuelve a ser azul por insinuarte:
      ríete,
      inventa una pavana
      para que desfilen al compás
      tus errores.

      Y otra es simple como un pensamiento
      violeta,
      y otra, tan líquida,
      y otra,
      y otra.,.

      Aproxímate a ellas y  míralas
      de frente,
      ¿ no ves que todas
      Se parecen a ti?

sábado, julio 07, 2012

Der Blaue Reiter XII



      Ciervos en el bosque. Marc

      Inclínate en silencio, busca                                                                                
      el lugar encinoso
      para el latido reposado,

      ocúltate de una pregunta,

      acompaña al ciervo
      del íntimo deseo
      aletargado al mediodía.

      No abandonas apasionarte,
      sólo respiras vegetal.

      Calma tu piel,
      confúndete con esta umbría
      que cae de los árboles luminosos
      antes de incendiarse.

      Siente a la hierba
      bajo tu vientre
      como siente el ciervo que el tigre
      del tiempo
      cruzará sin olerlo.

      También es salvaje
      la cualidad de quien está
      descansando de la impaciencia.

      Cuando los árboles levanten
      tu cuerpo hasta la luz
      será
      el instante inicial
      de los viejos afectos,
      tú serás el tesoro
      que rastreaba un animal
      muy joven.

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