viernes, marzo 24, 2006

Séptima fotografía con su poema


© Ricardo Martín


Campo, campo, campo.
Entre los olivos,
los cortijos blancos


Antonio Machado


Si se despierta y se despliega el animal
y a una llamada suya la varea cunde

quiero pertenecer a esa piel de apariencia
hostil, comarca poco dada a los halagos,
olivera criatura que no agasaja
en nada
salvo en su sangre vegetal untuosa y fértil.

Quiero llamar al aguacero sobre el ocre
corazón de las lombrices y no amedrente
el trueno sino abrazar del agua, cariño
de los austeros, de los que huelen aún
a mejorana.

Que me llame el animal, que estire mis ojos
hasta el castillo de Almonacid o la raña
por donde huyeron los príncipes tatuados
de verde.

Y que no me entretengan angosturas. Nadie
me demore, que voy al animal, me voy
de aceite.



Antonio Machado (1875-1939) La estrofa que da título pertenece al libro “Nuevas canciones”

sábado, marzo 18, 2006

Sexto poema, sexta foto

© Ricardo Martín

Tumbarte, ver pasar los barcos,
retrasarte en el tiempo. Barcos
blancos marchándose.

Hoy el azar se balancea
allí arriba, en la balsa. Estás
disfrutando de tierra, espalda
en lo mullido. No te inquieta
un entusiasmo deslumbrante,
no te desasosiega el miedo
ni el amor desdobla el pañuelo
de las argucias.

Sin yacer ni erguirte doliendo,
sin poseer algún secreto
que amenace.

Un fleco del futuro, un guiño
de la memoria.

Calisto, desde el solejar,
ve pasar los barcos. Calisto,
el de Azorín. Y tú, tumbándote.

Siempre los mismo barcos,
tan distintos.



sábado, marzo 11, 2006

Quinta fotografía, quinto poema

© Ricardo Martín

Quiere ver la luz en los párpados
infantiles y el centelleo
anaranjado en los cristales.

Quiere oír la canción del ¡hale,
levántate que la mañana
es una muchachita
!, y quiere
oír el aroma del amplio
estar en la vida o estar
muy cerca.

Quiere quedarse, hablar contigo
de un secreto, de dos tristezas
y tres palabras verdes
con el gozo.

Quiere querer, tocar tu mano
cuando te rozas la mejilla,
saludas
y vas a tu costumbre
de la soledad o los niños.

Quiere permanecer redonda,
enorme, o como la sonrisa
del Gato de Alicia.

Pero se va con lo que ha visto
y ha tocado. Se va, se esfuma.
Ya es azul y no está. Se vuelve
barca.



martes, marzo 07, 2006

Cuarta foto, cuarto poema



Creo que merecen una explicación las fotos y el poema...

...Hace dos años llegaron las cigüeñas en su viaje desde el norte; venían muchísimas y se situaron cada una en pináculos, en torrecillas de La Catedral, de San Juan de los Reyes y de otras iglesias de la ciudad.
Se entretuvieron aquí una temporada muy larga, hasta bien entrado el invierno, y una mañana, de repente, ya no estaban. Pero en ese intervalo de su visita el espectáculo fue una maravilla:
Era sorprendente oír su crotoreo ruidoso buscando al eco por las calles aún en sombras, era la belleza contemplar cómo iniciaban su vuelo desde las alturas e iban ¿dónde?, quizá a la orilla del río ( allí debe haber mutaciones dalinianas), quizá al vertedero o los restos de los sembrados en La Sagra... Verlas planear, blancas, unas raras reinas... Y una mañana, de repente, ya no estaban.





Tantas, tantas veces
allí, en la altura, desde el Cerro
viste marchar al navegante
de la jornada de septiembre.
Y la corona de los reyes
muertos de San Juan
era un puerto que, a contraluz,
se ennegrecía con la espuma
de la costumbre en despedirse.

Hoy, igual que siempre,
cuando admiras esa belleza
del marcharse y los melancólicos
insisten en la brevedad
de su herencia
-aunque tú no, tú amas
no acobardar momentos ni aire
agotado-,

hoy, cuando las cigüeñas, cada una
sobre su torrecilla gótica
o equilibrando la veleta,
miran la huella del navío
y recuerdan a verticales
gárgolas,

tiene la tarde un interés
por la fugacidad del rastro
de lo hermoso,
tiene la tarde una disculpa,
y ni un gemido del adiós
quebranta el momento.

Esta delicadeza surge
del vivir

y es entonces
cuando el fotógrafo captura
un secreto del irse, pero
se queda todo anocheciendo
grato, consintiendo.



© Fotos :Ricardo Martín

sábado, marzo 04, 2006

Tercer poema, tercera fotografía


© Ricardo Martín

Se detiene un instante y descansa
el tiempo.

Todo, de pronto, es isla escondida,
territorio calmo donde duerme
una pena y se cubre dorada
la mano evocadora.

Procura demorarte entre gestos
previsibles y esa ambigua luz
acaeciendo, ocultando el hierro
de lo triste.

Todo, de pronto, es isla ligera
y tanto es el silencio que nada
cruje, nadie saca del carcaj
las sospechas.

Retrásate en esta placidez
que no distingue
la bondad de un pecado bellísimo.

Luego,
un exceso de azul volverá
a lo imposible.

miércoles, marzo 01, 2006

Segunda foto,segundo poema


© Ricardo Martín


Tormentece y los pájaros
apresuran su caza.

Vemos al fuego abrirse,
a la mañana alzarse,
a una promesa de agua
consentir.

Arriba, aprisa, pájaros.

Regresan las visitas
de septiembre,
los pasos recobrados
que consuelan.

Como un cielo de cuento,
antiguo e infantil,
la luz se enjoya.


............

(Por si no se ve bien: los puntitos son pájaros, vencejos de la mañana)

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