viernes, mayo 11, 2007

Fantasmas y cálamos. Fantasmas en la Villa, 4.




















IV


Mañana, a la una y media de la tarde,
la aguja del reloj de piedra
se clavará en la suavidad
de un leve girasol aún
gentil.

¿Qué importa si mañana nunca
será, entre el estiércol,
aguamarina acribillada a gritos?

¿Qué sucede mañana, me sonríes,
que no haya penetrado ya en ocasos?

Quisiera retardarme, deslizarme
por la columna que separa
vivir como una sombra de mi carne
a punto del bocado
del ángulo de un templo
que sólo ve quien se calcina
y muere.

Quisiera estar en las cocinas,
quedarme con el rasgo
del cuchillo que abre la pulpa
del pescado y revela
las huevas deliciosas...

Tentar el especiado vino
que me aletarga bajo el arrullo
de no pensar después de sus placeres.

Obstinarme con la postura
de las frutas,
insistir en la redondez
de un tempo vegetal,
cierto, tranquilo, ensimismándose...

No me permitas preguntarte
qué acaece mañana tras el fuego.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Poeta, Fantasmas y cálamos es uno de los dos libros tuyos que tengo - me quedan, sí...-. Que lo dejes en F y C, no te sorprenderá de mí, me espanta - los fantasmas de las iniciales son bastante tétricos-. ¿Y ponelo entero, dejando también Fantasmas en la Villa?. Dejo aquí un uh-uh-uh-UH, que a veces tocan...

Anónimo dijo...

¡Bien!. Creo que voy a coger el libro y releer, los fantasmas en papel me arroparán aún más. -pero
que estén aquí ensancha sus velos, es una suerte que abras sus puertas-.

almena dijo...

Sí, también te releo. En silencio y despacio...

Besos!

DE-PROPOSITO dijo...

Amanhã poderá ser um dia de muita doçura. E se isso acontecer todos os fantasmas se afastam. Sim, porque os fantasmas não gostam de carinhos, eles são tenebrosos.
Fica bem.
E a felicidade por aí.
Manuel

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