jueves, mayo 26, 2005

Un mirada de otoño en primavera




LAS HOJAS


Ya no hay peligro de una inesperada primavera en otoño.
Por fin, el jardinero me ha dejado tranquila.

Ah, qué dorada soy,
cómo me envidia el alba,
cuánta memoria olvido.

Me sostengo en el aire, me deslizo,
me quieren las campanas,
los niños con sus álbumes y su nariz muy fría,
los jardines ingleses
y las mujeres tristes, que ya no se pintan ni se impacientan.

Tuve mi gran momento de siesta perezosa en las riberas,
fui el placer de la sombra:
tanto rumor de mar cuando es del sur la brisa y mis hermanas
susurran, su abanico parece de Sorolla.

Qué vuelo de dorado
presentimiento de humus.
Qué poca resistencia.

Qué cama nutritiva seré para los zorros
para niñas que pierden sus sortijas.

Y cantarán canciones de la nieve,
y cruzarán el bosque,
me pisarán.

Después del amarillo seré barro y aroma;
seré, con mis hermanas,
no muerte sino espera,
un vestido de liquen acariciando huesos muy antiguos
y conservando el cuerpo del silencio.

4 comentarios:

boreal dijo...

Precioso... casi puedo verlas caer y depositarse suavemente acurrucadas, a la espera... Un saludo...

Anónimo dijo...

Es curioso, en realidad el fantasma de la foto, puede que solo sea un juego de luces o un defecto de la placa de plata, de hecho si no fuera por el pie de foto quizá nadie lo vería, es como un test de manchas... Podría ser divertido, saber lo que ve cada uno. Por cierto, hoy volví a leer "Fantasmas y Cálamos" y esta vez lo hice a más de 7.000 metros de altura. No los ví, pero casi...

Creo que tienes un don. Un beso más, Ogi.

Anónimo dijo...

Ogi, buenos días.
Me ha gustado muchísimo. MUCHO.
Qué de sensaciones con una simple hoja...
Un abrazo, poeta

Ogigia dijo...

Gracias a todos

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Jardí­n al mar 1605 Blog de poesí­a y otros textos Ogigia María Antonia Ricas
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