lunes, abril 16, 2007

Sex.Sen. III









My song. K. Jarrett
Intérprete: Pat Metheny




Sigo con Klee, con la lenta elaboración de la magia necesaria para mover del silencio a quien se requiere, para que el olvido ni siquiera me mire....Pat Metheny, su guitarra barítona en la también hechizante melodía, vieja querida melodía de K. Jarrett.

El poema está dedicado en el libro: Para M. P. Pero el tiempo juega con las intenciones y "siempre" no existe...



Hechizo




Prende la vela del atardecer...

Entra un humo templado
en el tapiz de invierno de la lluvia,
un aire vertical
que salta el río y viaja a su ventana
y penetra bajo su puerta, al lado
del sillón que conserva su lectura.

Él está distraído,
está con la tristeza de los hombres
que huyen del sol porque para esos días
del sol cuando promete
monedas
o que todo volviera a convertirse
en una carta enamorada, un signo
que contradice
la indiferencia,
ya no hay nada que les vuelva inocentes
tan de abril
como una petición de la dulzura.

Prende la vela del atardecer,
la que huele a la flor
nativa del naranjo,
la que conserva el borde cristalino
de las conchas
profundamente lejos del acero
del hielo, de la niebla,
de los puentes, del frío.

Él está distraído,
piensa que el vaporcito que le pasa
las hojas de su libro es un instante
donde se queda absorto de su pena,
donde juega
el orden de su casa
con el eco traidor
que restituye
el instante temible de las cosas
perdidas.

Pero el humo
acaricia su cuello,
su canoso perfil, la luz callada,
y tus suaves palabras,
que escapan de la vela a su destino,
recitan en su oído inesperados
tratos de tus caricias,
hebras que al atraparlo
le hacen temblar, lo besan.

Poco a poco tu voz, prendido aroma
anaranjado,
tu voz que va venciendo a los fantasmas,
se adueña
de la distancia sobria
que mantiene al mirarte,
al evitar tu gesto
que lo invita a reír con las gacelas
amorosas.

Tu voz,
como decirle: “es bueno que te alejes
del reflejo animal si la mañana
encuentra alguna excusa
que rompa tu secreto de hombre triste”,
como decirle: “es bueno que te alejes
para buscarme en ti por si mi risa
anima a los jilgueros
y me quedo atrasada con sus plumas”.

Tu voz de olor,
de red de cera
tan sólo aparentando consumirse,
murmurándole
que tú eres el desorden
que lo empuja a vivir, a amar la lluvia
cuando la tarde pierde su vestido,
cuando los perros ladran
el hambre de la luna sobre el hielo
y en su casa el silencio entorna puertas,
y él está distraído,
intentando leer aunque hay un aire…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dejándome llevar por la música... puedo ver a ese hombre y el aire que lo evoca.

Espero que hayas resuelto lo que me consultaste.
Un besín

Leodegundia dijo...

Puede que el "siempre" no exista, pero algo queda, en este caso un poema lleno de sentimiento.
Un abrazo

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Jardí­n al mar 1605 Blog de poesí­a y otros textos Ogigia María Antonia Ricas
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