martes, julio 22, 2008

XVII Poemas en Hermes (Revista nº 7)


Mi aportación para este número fue diversa....¡y abundante!
En primer lugar, la colaboración en el homenaje colectivo para Garcilaso.
Ahora, en la distancia, estos sonetos se acercan a los caballos azules de Franc Marc (1880-1916) y nada más apropiado que la voz de Amy Winehouse...
¡ Cómo se habría perdido Garcilaso de la Vega por ella!











      Tres sonetos para la figuración del amado

      I

      ¿Cómo sabré de amor si la distancia
      que hace horizonte el nombre de mi amado
      me empuja hacia el deseo trastornado
      de morir en su nombre y su arrogancia?

      ¿Cómo sabré de amor si la ignorancia
      del amor por mi nombre enamorado
      me duele en un amor invertebrado,
      inválido de amor y de constancia?

      ¿Cómo sabrá mi amor si no le digo
      mis palabras de amor y la ternura
      de mi amor convertida en un castigo?

      ¿Cómo sabrá mi amor si la dulzura
      del amor que me nombra y va conmigo
      sólo afruta el silencio, la amargura

      de una distancia oscura?
      Porque este acerbo fruto del dolor
      es el nombre imposible de mi amor.

      II

      Él es mi amor perfecto.Su mirada
      me da a beber del alba y me estremece,
      me aviva de la sed donde se mece
      el río de su luz, su voz callada.

      Él es mi amor perfecto. su mirada
      me cubre de humedad y me enternece
      cuando me alcanza el alba que carece
      del agua de su luz, clara y delgada.

      Y sólo con mirarme me imagino
      como amante perfecta que, a su lado,
      hechiza el agua y la transforma en vino

      y se lo da a beber de su costado,
      volviéndose cordura el desatino
      de alimentar el agua del amado.

      III

      La perfección de la pasión que siento
      es este nuevo mundo que inauguro
      al olvidar mi sangre y mi futuro
      y,ligera, viajar al pensamiento

      de mi pasión por él: todo mi aliento,
      todo mi lado agreste y más oscuro
      fertiliza un planeta que procuro
      acoja mi semilla desde el viento.

      Tan sólo una semilla apasionada
      que haga crecer los bosques, la tormenta
      y qu la lluvia ocupe su mirada.

      Tan sólo una semilla que se aventa
      perfecta, apasionada y endiosada
      con el fuego de amor, su lumbre lenta

      cuando mi amor consienta
      en conocer mi mundo aventurado
      y en cautivar su gozo enajenado.









      Tres sonetos para la presencia del amado

      I

      Tus ojos, que conocen lo que he sido,
      la batalla sin ti, la cruel victoria
      de una edad construida con la escoria
      de un corazón cansado,breve, herido.

      Tus ojos, que derraman el sentido
      de mi ebriedad en ti, como la euforia
      por contenerte en mí, como la gloria
      de otra victoria azul que me ha vencido.

      Tus ojos manteniendo mi mirada,
      indudables de mar donde naufraga
      mi azulidad de amor recuperada.

      Tus ojos sobre mí, mirada vaga
      de otra luz que no sea tu mirada,
      el vino azul más denso que me embriaga.

      II

      Tu voz me otorga el nombre que alimenta
      mi voz, mi risa, azules minerales
      que me alejan de signos de mortales
      ciénagas del dolor que desalienta.

      Tu voz me da la lluvia que sustenta
      territorios de amor donde animales
      azules como besos vegetales
      me regalan el agua que me inventa.

      Tu voz para mi boca, pronunciándome,
      otorgando un sonido articulado
      que azulea en tus labios rescatándome.

      Tu voz para mi nombre de azulado
      tesoro de tu voz enamorándome,
      descubriendo mi voz, tu nombre amado.

      III

      Sí, contigo, de azul que miente al día
      del color de la muerte, a la escarchada
      lividez del dolor cuando la helada
      ausencia de tu cuerpo me extravía.

      Sí, contigo, celeste mi alegría,
      mi cuerpo garzo a fuerza de esta amada
      tintura del amor, la fuerza alada
      del intenso color que antes me hería.

      Estoy contigo azul, estoy viajando
      al cristal de la noche que madura
      sobre tu dulce piel; estoy hallando

      contigo una canción sedosa, impura:
      tonalidad de llama que, arrasando
      mi cuerpo, me ilumina y procura

      la mañana futura.
      Contigo, con el aire y con el mar,
      contigo, azul, vistiéndonos de azar.

1 comentario:

Algaire dijo...

Una delicia leer y releer estos sonetos.
Buen fin de semana.

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