El perfume de la madreselva
al sol denso, porque la piedad
es una sombra cuando camino
delante, algo mortal y lejano
de la luz. Espesa madreselva,
tenaz en la piedra, apenas bebe,
apenas se lamenta o se lacia.
Cuidado, me dijo el jardinero
una mañana. Su tupidez
esconde un hambre antigua de insectos
comedores de sueños de niñas
rubias. Lo que muerden lo convierten
en olvido.
Miré al jardinero, a sus pestañas
verdes, su lengua como sus besos
y no saber decirme
qué me dijo,
cómo estuvo a mi lado
y ni siquiera
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