domingo, diciembre 31, 2006

Para el año viejo....







Alberto Sánchez, el escultor, un olvidado sublime, como Maruja Mallo, como Benjamín Palencia... De la Escuela de Vallecas , toledano, trabajando desde la pobreza, con materiales humildes y precarios , con ese sentido de la provisionalidad que caracteriza el arte contemporáneo. Exiliado. Aún es necesario todo el recuerdo de la fascinación.





A lo largo de los últimos años se han sucedido exposiciones sobre su obra, en varios museos españoles se pueden contemplar producciones suyas...todo muy limitado porque parte de su creación se perdió en la Guerra Civil o a causa de los propios materiales con los que trabajaba.









Cuando se celebró el primer homenaje en esta ciudad yo era demasiado joven. Fui a la exposición promovida por el grupo Tolmo, pero no participé. Algunos años después...Ah, ¿cómo puede ocurrir tanta danza mágica, tanto color, tantísima fuerza, tanto deseo? Fue en primavera el segundo homenaje. Una primavera seca y calurosa de abril cruzado por el olor del ansia.



Junto a los artistas de Tolmo participaban nombres que había oído nombrar pero que personalmente no conocía. Para otro momento queda contar la historia del vampiro, o la historia de las telas transparentes y sedosas con palabras impresas que se movían con el viento...



Recopilé textos de poetas y otros escritores de la ciudad para el catálogo-libro que se publicó, un documento desde luego inapreciable porque dudo mucho que esa magnífica circunstancia que uniera a tanto creador pueda volver a darse...




Hasta cantamos, sí cantamos. Alguien, uno de ellos (sé quién es, lo sé, nunca lo he olvidado) me pidió textos no incluidos en el catálogo para musicarlos. Leí las Palabras de un Escultor y quise ponerme en su lugar. Anabel Pacheco crearía la música. Ah, y también conocí a esta niña. Una pequeña maga por aquel tiempo, su extraordinaria voz era, y es, subyugante. Tan joven, tan guapa, cantando tan maravillosamente bien... Esa tarde, la tarde en la que iba a estrenar los temas escritos por mí creo que no ha quedado registrada en ninguna parte, tal vez en la memoria de Alcaén Sánchez, el hijo del escultor... pero quizá es mejor que sea así: los momentos emocionantes, estremecedores, sólo pueden guardarse en el espacio de la recreación pues, de otro modo, se desvirtuarían. ¿Cómo podría contar ese momento en el que oí, por primera vez, mi palabra en música?








Estos son los textos cantados:



TRES POEMAS PARA ALBERTO SÁNCHEZ

Soneto imperfecto

Me he tendido en la tierra, a la tormenta
de mineral sangrando, los olivos
reverberan mi voz de tantos vivos
corazones anónimos. Me alienta

un fulgor vegetal, música lenta
de savia desbocada, los olivos
cruzan de amor de barro tantos vivos
corazones del campo que calientan

un corazón frugal y calcinado
de haber lamido el sapo y la culebra,
de haber bebido mucho, haber amado

la lluvia que olivea y que celebra
un corazón de vuelta, trastornado
a las cinco del alba, como hierba.







Porque en mi cuerpo nacen madrigueras
de conejos y liebres hasta el río.

Porque en la noche salen esos perros
de la noche intratable salvo el paso
que adelanto a sus dientes de resina.

Porque soy el olor que alzan los toros
cabeceando al aire de las hembras
y con sus heces rojas me permito
enarbolar aromas prodigiosos.

Porque me baño y seco como un pájaro
y el viento me acuchilla y me convence
de mi loco apetito por ser hombre.

Reconozco el idioma de las cabras
y reconozco el polen de las vides,
lo que dicen de mí fosforescentes
calizas que prefieren salamandras.

“Y es que si en otras tierras
Mi amor se distrajera
También en esas tierras
Os seguiría amando”
[*]





Te regalo mis ojos y así miras
la aurora de los cerros solitarios
las mediaslunas plata de mi novia
cuando desnuda el gozo de sus pechos.

Te regalo mi boca para que hables
del sabor de las ranas y del agua,
para que digas cuánto se parecen
el aire hecho de juncos con el agua.

Mi nariz te regalo, que distingue
el perfume del polvo y su veneno
y el sudor de figuras inclinadas
hasta el solar barbecho que las muerde.

Y te regalo el arco de mi oreja
porque conoce todos los sonidos:
el ulular de brujo en la lechuza
y el juramento en alto de los toros.

Pero mis manos no, que no son mías,
me las cosió la sombra de una estrella.
Sólo con ellas puedo regalarte
lo que invento de ti cuando te nombro.





[*] Tomado de un poema de EL GATO SOBRE EL ÁRBOL

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Una maravilla, volveré para revisitar los enlaces. Feliz 2.007 y más.

Anónimo dijo...

A ver, A ver,,,
¿qué le pasa a vd. señorita Ogigia?
¿Cómo es capaz de entrar a saco en las entrañas de los demás?
¡Qué atrevimiento!
¿Se ha cruzado por tu camino un cometa?
Diosss niña intensa... cuídate mucho que ardes y quemas.
Gracias....

"la lluvia que olivea y que celebra
un corazón de vuelta, trastornado
a las cinco del alba, como hierba."

Jade
Y más y mas..

Anónimo dijo...

Ogigia:
Entro a leerte y os veo aquí a tí y a Jade.
Es como el escapate de una pastelería, y yo soy el niño que mira desde fuera.
Besos,
kuko

Anónimo dijo...

Yo estuve oyendo a "la niña" tus versos... que no se merecen mas que cosas así de bonitas; las mismas que te deseamos los casi 15.000 visitantes de tu blog limpio y precioso para un año que acaba en 7.-

almena dijo...

Manantial inagotable de poesía y de belleza es usted, querida amiga.

Que siga manando cristalino y fresco en el año que comienza.

Un besazo!

Anónimo dijo...

...y ya de vuelta y comenzado el año.
Querida Ogigia que la belleza brille en ti y la reflejes para nosotros con tus palabras.

Jade

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Jardí­n al mar 1605 Blog de poesí­a y otros textos Ogigia María Antonia Ricas
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