viernes, mayo 28, 2010

IV En el jardín de Artemisa


      Roza la timidez de los galápagos

      puntas de huesos

      pulidos en el curso

      y la nutria construye un laberinto,

      y el barbo, y la culebra...


      El río

      con el nombre de espada de dos filos

      busca el temple del tiempo en las ciudades,

      corre hacia las leyendas

      de la infidelidad,

      de ser un cuerpo acariciante, fértil.


      Pero cerca no es día ni es segundo,

      viene de las montañas

      con sortijas de dioses cuyo pelo

      sólo rescatan los tritones para

      adornar su casa,

      viene

      riéndose

      porque me debe aún el viejo ciervo

      un trago de su boca.


      Oro de los guijarros,

      limo que no ha paladeado azúcar

      de ocasiones perdidas,

      de jardines donde fue doloroso

      despedirse.


      Todavía no es tiempo,

      todavía mujer

      anfibia, espada

      que recorre las puestas de las moscas.


      Me quedaré en su orilla

      todo lo que respire,

      lo que pueda

      repetir en libélulas.


      Un movimiento

      su brazo transparente,

      algo que nunca cesa,

      no se deja medir.

3 comentarios:

Inma BabiaS dijo...

Fértil, tu jardín

Manuel dijo...

no se deja medir.... faltan medusas en ese rio

Anónimo dijo...

Pintura hecha con palabras
Conflicto.

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Jardí­n al mar 1605 Blog de poesí­a y otros textos Ogigia María Antonia Ricas
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