sábado, diciembre 06, 2008

Hermes nº 14, primer poema







      Égloga para el otro sentido

      La niña aguarda el grito que anuncia a los barqueros.

      Rizando la mañana en los meandros, vueltas que destrenzan las algas, pelo de azuda, vueltas de carrizos que esconden alas, siseos, huevos, chapoteos de vidrio,
      virarán los barqueros de la noche.

      La niña aguarda el grito que anuncia a los barqueros.

      Saludan en la orilla traslúcidos delfines de agua dulce trinando historias de un estuario donde vieron zarpar a los soldados jóvenes. Los delfines exploran campanarios anfibios, calles que la distraigan de la espera, azulejos brillantes de esas casas con el suelo encerado, terrazas soleadas y cipreses.

      La niña aguarda el grito que anuncia a los barqueros.

      Lleva barro en la boca, "es la tierra más vieja que conozco", y sonríe. Más allá siete grullas están soplando cuellos de botellas de náufragos igual que siete geishas recitando mensajes de seda, los mensajes de objetos extraviados sin dueño ni avaricia.

      La niña aguarda el grito que anuncia a los barqueros.

      Aún no tiembla el pulso añil de las libélulas, aún tonalidades de pereza y relojes ruedan hasta las cañas. Y la niña recibe pedacitos de sueño, jirones de camisas de la Luna confundidos con hilos de una araña, enrojecen, se transforman en peces.

      La niña te repite canciones de soldados poetas, de mujeres que amaron su reflejo en las hojas de las armas, quemándose, apresadas de los filos flexibles y regalaban sangre sobre el metal viril, "es la sangre más vieja que conozco", y sonríe.

      Y se yergue, de pronto, tan alta porque agita sus brazos, porque escucha en sus ojos llegar a los barqueros.

      Los barqueros que vuelven de la noche desnudos.

      La niña toma el agua y la lleva a tu boca, "es el dolor más viejo que conozco", y sonríe.

      Es la ciudad un río de presagios.

      Es el río una niña que grita a los barqueros.

      Regresan los barqueros, te embarcan en sus luces, en sus quillas de estrella.


      3 comentarios:

      almena dijo...

      Si una publicación pudiera participar del sentimiento del orgullo, Hermes no cabría en sí de orgullo por contener estos tus poemas.

      Beso!

      Inma BabiaS dijo...

      Me encanta, claro ;)

      Algaire dijo...

      Fue un placer este viaje por el río.
      Un saludo

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