sábado, noviembre 29, 2008

Revista nº 13 de Hermes. Tercer poema






      Pequeña danza

      Nos amamos
      como deben amarse los padres y los hijos.
      Hay un rencor callado
      que te deja volver hasta tu casa.
      Pero es tan suave el vino que bebemos
      que la monotonía no recuerda a Baeza
      y hacemos un escudo con su ordinario brillo:
      una parte
      de amor casi filial
      - no puede ser más pulcro su egoísmo -
      y otra parte impaciente,
      rastro de tiranía en el relato.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay tanto desencuentro como encuentro, quizá ambas partes del escudo son sólo lados del mismo cubo de egoísmo. Me gusta mucho el final de tu poema. Un beso, Ogi.

Inma BabiaS dijo...

tal vez

almena dijo...

Un beso de domingo, guapa Ogigia.

Leodegundia dijo...

El amor entre padres e hijos también tiene sus lados oscuros llenos de resentimiento y dolor por cosas nunca dichas ni aclaradas.
Un abrazo

Roberto Sanz Asensio dijo...

Muchas gracias por pasarte por mi blog y comentar. He leído la entrevista que hay en tu página web; yo admiro profundamente a Virginia Woolf. Si no hay inconveniente pongo un enlace de tu blog en el mío. Gracias.
Un saludo

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Jardí­n al mar 1605 Blog de poesí­a y otros textos Ogigia María Antonia Ricas
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