A horse with no name
America
Este viejo tema del viejo disco del grupo de Bunnell, Beckley y Peek me es especialmente cercano e íntimo, por ello, y aunque no sea el fondo apropiado para el poema, lo he puesto, sin más. Las razones se vuelven transparentes y casi desaparecen.
El regreso de los compañeros
Cuando llegan las grullas
y anida el petirrojo, más humana, más dócil
con el brezo y el frío,
secando vanidosos antifaces, carmines.
Como una enamorada
que no se detuviera
en las sospechas
y sin miedo,
sinceramente incauta,
revelara al amado su fortaleza débil.
Alegre, alada, atenta
al cambio de noviembre:
fluvial, fecunda, fácil
para ser repoblada por esos compañeros
que saben del amor
mejor que los museos
de relojes...
Te aligeran con plumas que burlan a la escarcha,
te animan con la vuelta
de por qué está la vida
si no se multiplica el ansia que a los fósiles
detesta,
que te hace innumerable
por los brazos.
Cuando llegan las grullas
y anida el petirrojo
y una canción te ocupa
quizá desde el peligro y, sin embargo, grácil
en tus ojos,
alcotanes que acechan, depredadores hábiles
se transforman en cartas
a tu amor,
y buscas anidar
en otros ojos...
Ya es tiempo de perderte
para cruzar el frío hasta la sangre hambrienta,
la sangre que te espera,
tan cálida,
tan dulce.
3 comentarios:
Cada vez que regreso a tu palabra me pregunto qué hago yo juntando letras.
Un jardín de sonidos en cada verso. Chapeau.
Especialmente gozoso leerte en esta mañana de lluvia insistente.
:)
Besos
Todo el poema es un abrazo, un reencuentro, un espera dichosa y renovadora.
Un beso
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