El vergel ignorado
Luis Delgado
La mano del Fuerte cedió su permiso.
Ra´su-hu me guió, corderilla mansa.
Lloraban las norias que suben el agua
Que llega a las fuentes que aplacan la sed.
Los árboles verdes dijeron mi nombre,
yo pensé en el nombre que nunca aprendí.
Me llamaba el agua de paso riente,
regando los huertos, marchándose lejos.
Un presentimiento me envolvió y temblé;
que mi alma se iba tras el canto líquido
buscando enjugar mi penoso ardor,
mi silencio triste, mi noche tan negra.
Con la licencia que te dio mi padre
por caminar conmigo,
primo, ¿qué senda es ésta que nunca he visitado?
Entre endrinos y sauces
mi corazón se aplaca con sus jugosas sombras,
la tibia brisa es un tacto de gasa
y la canción del agua se entretiene en la azuda
bordando rizos de lluvias alegres.
Es plácido el camino entre las huertas
pero, dónde me llevas si no nos detenemos?
Un frondoso jardín cubre mis ojos,
“es el Bustan al-Na'ura*”, me dijiste.
*Jardín de la Noria. (Huerta del Rey o Almunia real
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