domingo, octubre 30, 2011

SI ELLA NOS MIRA IV





      LOS FANTASMAS DE ELISABETH VIGÉE-LEBRUN (II)

      Un dibujo

      El niño sombra,
      Luis Diecisiete,
      se desvanece
      en cualquier pérdida
      de cualquier niño
      que ha resbalado
      de la ternura
      hasta volverse
      delfín del humo.
      El niño sombra,
      pulpa cualquiera
      en los países
      de la sequía.
      No hay ni gusanos.
      Un pez de leche
      ido de abrazos,
      niño cualquiera
      con otro nombre.
      Sólo su madre
      lo busca ahora.

domingo, octubre 23, 2011

SI ELLA NOS MIRA III



      LOS FANTASMAS DE ELISABETH VIGÉE-LEBRUN (I)


      Diferentes autorretratos



      Estamos muy cansadas del miedo.

      No es como el rizo que se desliza del lazo de vivir o del ala del sombrero de paja.


      No es el gesto discreto, una leve sonrisa inteligente que oculta el espanto, la certeza de algo temible que en nada se asemeja a la pasión.


      Estamos cansadas, bellas, libres, cansadas de elegir las huidas, de mirar los rostros que ya han muerto, próximos a cubrir de sangre las arrugas del cuello, las sencillas formas del amor.

      Sabemos
      que la muerte pudiera quedarse a vivir en la ciudad, en cierta calle vieja, donde breves muertes -o los pasos que dejan atrás la infancia acaecieron.

      Sabemos
      cuánto apetito tiene la muerte, cómo huele claudicar, tumbarse al lado de una hija enferma,
      verse
      muerta,
      tú, muerta,

      yo muerta
      en sus ojos.

      Sabemos cansarnos hasta ser la médula del cansancio, pero todo menos el miedo, menos el tizne del miedo, el habitante del miedo, su palabra cansada, su miedo.


sábado, octubre 15, 2011

SI ELLA NOS MIRA II

      TRES MINIATURAS DE GIOVANNA GARZONI




      I Flor, mariposa e insecto


      Qué pequeña tu casa.

      Otras mujeres se interesan
      por el nombre de su marido
      y de sus hijas;
      les dejan
      un legado de incuestionables
      costumbres
      como una existencia o jardín
      donde los dioses predilectos
      cocinan.

      No hables de tu leve farfalla
      ni del polvo en los escalones,
      ni de las intrusas que rayan
      tu espejo, amarillea.

      Qué interesa
      de un pétalo y otro que caen,
      del insecto
      atraído por el aroma
      de algo que muere
      aunque tú sigas viva
      y escondida.








      II Flores en un jarrón sobre base de mármol
      con dos caracolas y mariposas

      No, no es el mar ni la palabra
      del mar
      que murmura sobre la muerte.
      Esa muerte te arrulla
      desde el frío.

      Fragancia del jardín que asusta.

      Mira:

      cada flor abierta domina,
      cita
      con su fingida lentitud
      pero guarece
      una simiente del olvido.

      Muerta cada flor aunque amada.

      Y el rumor de la muerte
      mece al frío.






      III Flores en un jarrón de vidrio

      ¿Qué motivo ornamentan
      si en la sala la luz
      truca su reflejo y posee
      el aliento del habitante
      fantasmal?

      Escuchas los susurros
      que un palpitar otorga
      al ajetreo de la calle;
      tránsitos efímeros
      hirviendo de intenciones
      y señuelos.

      En el cristal descansa
      el envés de existir,
      pulida piedra,
      materia que la luz apaga.

      Y atrapas una mota
      de polvo
      con tu nombre.

      Mientras tanto ornamentan
      la habitación vacía.

domingo, octubre 09, 2011

SI ELLA NOS MIRA I


Nuevo diseño del blog para un nuevo libro: Si ella nos mira, que será presentado a finales de este mes.

Y comienzo por el principio:





      HILDEGARDA DE B.


      ¿Queda algún vegetal sobre la escarcha

      del que puedas medir botánicas celestes?


      Se confabula un ángel con el frío

      y rueda hasta el acebo,

      y salta a tu ventana, se licúa en la piedra,

      y vuelve a endurecerse y persigue a las niñas.


      Frotas sus nudillos amoratados,

      las traes al regazo,

      les murmuras que son las damiselas

      de la ciudad con altos edificios

      y una avenida bienaventurada.


      Un ángel masculino no ha entendido

      la dulce confidencia,

      -el dorso de tu mano que sostiene

      turgente pecho, luego una cintura

      estremeciéndose y

      maltrata a las niñas.


      Debes flotar

      para esas novias excitadas que oyen

      la sombra del esposo con su sexo invisible

      como pabilo hiriendo cuando goza.

      Flotar, subir del hielo.


      De rosas extrañísimas despojas

      a tal ángel ceñudo.


      Llamas a las muchachas, la campana congrega,

      les muestras una danza,

      las despiertas

      de sí.

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Jardí­n al mar 1605 Blog de poesí­a y otros textos Ogigia María Antonia Ricas
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