domingo, abril 01, 2007

El libro de Zaynab. Madinat al-Muluk. XXVII y XXVIII.





Alquibla
Luis Delgado

Me regaló mi amante los versos de Ibn Hazm
para que de ellos sepa el preludio impaciente
del acto más dichoso, el instante de muerte
y el gozoso cansancio que sigue a ese haber muerto,
la rosa derramada que vuelve a dar olor.

El libro tiene el tacto de la piel depurada
con diamante y esencias. Abro el libro al azar
entre tanto la espera cumpla su ser nocturno.

“Exhalo amor de mí como el aliento”,
y ya no tengo paz sino aspirando el almíbar
donde flota mi fruta, tan ácida sin ti,
día que me regala su color y se esconde,
agua de mar tranquila con la que siempre aplaco
mi acalorada carne.

¡Cómo sabe mi amigo contentarme en secreto!
Después le mostraré lo que ahora he aprendido
con el dulce lenguaje
del de Córdoba.












Al irse mi paloma a sus torres del día
quedo mirando el alba desplegarse ante mí.
La luz, como en hebrillas de raso nacarado,
-aún el río en sombras- se prende al Ceñidor,
castillo al-Mukarram*, complacencia de Dios,
y después de posarse sobre tales dorados
el camino del sol despierta a la ciudad.

Mil almuédanos llaman a la salat al-fayr**
para honrar este día que el Señor va mostrando
sobre los alminares.

Oigo el ruido lejano de los zocos despiertos,
los alatares abren sus olorosas tiendas,
descargan los faquines con sus manos heridas,
mide el almotacén el precio del pan blando
y los gritos pregonan tejidos de Damasco,
semillas de la India y frutas de tez rubia.

El río se ha teñido del rosa de los astros,
los jardines susurran el más fresco rocío
y la leche caliente asciende con su aroma
a mi cama aún tibia,
y el sueño me penetra con su dardo feliz,
durmiéndome dichosa sobre la huella amada
de quien está conmigo aunque se haya marchado.










*Alcázar o castillo reverenciado. Se refiere también a los palacios reales **Oración al alba.



3 comentarios:

Cristina García Desplat dijo...

Ogigia, sigo la historia que cuentan tus versos. Es una historia preciosa y acompañada de esta música... Una maravilla, Ogigia.

Anónimo dijo...

Ah, esa atmósfera... la postura tibia, mientras afuera la ciudad se despereza.
Es una preciosidad el recorrido y el delicioso lenguaje en boca de Zaynab.

Un besín

Anónimo dijo...

Como se disfruta ese "exahalar amor de ti misma, como el aliento". Besos.

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Jardí­n al mar 1605 Blog de poesí­a y otros textos Ogigia María Antonia Ricas
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