- © Ricardo Martín
Para este último poema no hay música que acompañe. Silencio mirando a la ciudad. La despedida de Zaynab.
Alá te corresponda para siempre,
ciudad de mi enseñanza en el dolor.
Despedirán al alba los amantes
su insaciable temblor o su costumbre
y se despertarán los arrejaques
que anidan, breves, en los alminares.
Habrá alguno que riegue con sus lágrimas
los rosales de mi amado jardín
y otro vendrá del zoco de alatares,
con perfumes preciosos, a mi madre,
ebrio en algarabía y regateos
del sonar de monedas y miradas.
Ofrecerá mi padre mi yegüita
en el Suq al-Dawabb,
dirá “Zaynab” mi hermana al enjoyarse
con mi broche preferido de aljófares.
La ciudad, tornadiza, se abrirá
a las luces que llegan y a la fama.
Y cuando venga el viernes
nadie me nombrará en la maqbara.
Habré llegado al mar
durmiendo un sueño de sal en el tiempo.
Me despido, ciudad de la dulzura,
Alá guarde tus muros al futuro,
preserve tu aliento de los impíos
que ignoran que el amor
es el precio más alto del olvido.
4 comentarios:
Ha sido una delicia seguir la historia de Zaynab, ese amor tan vivo...hasta en su final trágico.
Gracias siempre por regalarnos tu don
Un besín
Ahora sé que he vuelto a casa.
Alá te guarde.
Gracias por despertarme el interés por estos poemas.
Besos.
Como te dije, volví para empaparme de nuevo con este maravilloso "Libro de Zaynab" y te felicito por los maravillosos versos del final que son un broche de oro para la obra: "Me despido, ciudad de la dulzura,
Alá guarde tus muros al futuro,
preserve tu aliento de los impíos
que ignoran que el amor
es el precio más alto del olvido."
Un abrazo.
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