Los ojos me lloran por perder a mi amada
Calamus
Acompaño a mi madre
hasta el Suq al-Attarin*,
cerca de la Mezquita.
Pide hierbas de olor para las sábanas,
olíbano que arome mi alhanía,
el benjuí que proteja
nuestro pecho en invierno,
alezna que dé gusto
a los tiernos pichones,
azafrán y cominos
que con ajos recubran
el pescado del año,
soconusco y vainilla
del racahut en las tardes más frescas.
Tanto olor, cual si me desvaneciera...
Carísimos polvillos y semillas
que se lleva mi madre
y yo, sin pensamiento,
salgo casi dormida de las tiendas,
hurtada a los aromas
por mi voraz señor
*Zoco de Alatares
Aquel a quien me entrego como avecilla loca
cuando la vela inclina su luz hasta extinguirse,
dulcemente me narra de la ciudad su historia,
Madinat al-Muluk,
y con su voz traslada mi sentido a otro tiempo:
“Hacia el Puente de Barcas, Dios sabrá de esos días,
una mujer bajaba para tomar los baños.
Hija de noble infiel y, en secreto, querida
del rey que sucumbió ante ése que dio nombre
a la roca imponente de Gebel al-Tarik*.
Florinda la llamaban,
la de la piel que ciega el tacto más prudente,
la de la risa hermosa para ensoñarse en ella.
Ella guardó el enigma de nuestro primer día
en esta tierra amada...
Si Florinda supiera de tu cintura suave,
libre de tatuajes,
movería sus huesos donde quiera que esté.
Mi cabritilla alegre,
un día bajaremos al lugar de las barcas
por recordar su baño con aguas de la luna».
*Gibraltar
2 comentarios:
Precioso navegar por ese pasado amoroso.
Pues yo que me creía que me estaba sumergiendo en los siglos musulmanes de la España de Zaynab y resulta que quien me ha sumergido tiene nombre (o apodo) y ciudad.
Me gusta el sabor que desprenden estas líneas. Me gusta el sabor a dulce, a verdad, a encanto, que desprendes con tu poesía.
Seguiré bajo estas aguas. Seguiré.
Publicar un comentario