jueves, marzo 29, 2007

El libro de Zaynab. Madinat al-Muluk. XXIII y XXIV.






Inshad-Baitain Rasd Ad-Dail
Gregorio Paniagua



En Mahrayan*
sentiré la fresca seda en mi piel
como lluvia invisible, aliviadora.

Mi padre nos traerá cinturones bruñidos
y en la musara** sudarán los caballos
con el juego de cañas,
y no habrá caballero
que no beba en honor del verano
el zumo de mil moras.

En el jardín la alberca
será hogar de avispas que espantaré
sintiendo el agua blanca
subir a mis tobillos,
serenar mi cintura,
jugar a criatura de mar lejano.

Y al avanzar la noche
con manto de frescura,
no dormiré, te aguardaré desnuda
igual que aquel que anhela
los sutiles perfumes del jazmín
para limpiar su denso pensamiento
del caluroso polvo de la tarde
entregándose, al fin,
a un delicado gesto de belleza.


*Fiesta del verano **Espacio despejado a las afueras, para la celebración de juegos, paradas militares.etc









Oh, mi ciudad,,
Madinat al-Muluk,
la de mil alminares que ciegan con el sol,
la de jardines ebrios de frescura sin pausa,
la de espesas moreras que dan hilo precioso,
escrita en tres lenguajes de oración y fortuna.

Oh, mi ciudad de magia,

¿qué genio hubo bordado el tapiz de tus calles
donde la luz no quema?
El murmullo del río que te cuenta y se aleja
es el latido noble de tu glorioso ser.

Oh, mi ciudad, no sabes la pena de mi espíritu,
el testimonio sordo de mi afán desvelado:
Alguien recibe un nombre

que acoges en tus brazos,
el que busco con celo preguntando en tus signos,
al que feliz recibo, quien me das cada noche
y la luna, envidiosa, cada noche se queja.

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