El hechizo de Babilonia
Luis Delgado
Me oculto recelosa tras de los mencires*
pues yo quiero buscar si entre los caballeros
que besan a mi padre
en la visita
viene el hombre que ansío, aquel por quien retiro
el velo de mis ojos con amor y con sed.
«Será bella alaroza,
pura como las alas de una casta paloma».
¡Ay!,
si yo no fuera la hija
de los Hadidies**
ni mi nombre tuviera el oro por reclamo
correría en la noche persiguiendo sus pasos,
el chorta*** sería ciego,
llamaría a la puerta que amo y desconozco
y allí me olvidaría.
* Miradores cubiertos de telas y celosías
** Familia del noble que mandó construir la mezquita de Bab al- Mardum
***Guardián nocturno de las calles
El último día del mes noveno,
que el Señor reconozca mis ayunos,
encenderán las calles sus candiles
de fiesta cuando llegue la noche.
Pensaré que cayeron las estrellas
y brillarán las risas con los ramos;
en el jardín, el aire será olor.
Mis hermanas y yo
saldremos alhajadas con ajorcas
tintineantes al paso de la danza;
tomaremos el néctar del nabidh,
bálsamo del corazón afligido.
Trataré de buscarte entre el gentío
y encontraré tu rostro entre los rostros.
Amor, mi alegría se volverá
se volverá licor para tu boca.
4 comentarios:
Gozada tus dosis, querida Ogi.
Besazo
Precioso Ogi, me recuerda al Cantar de los Cantares.
Es asombrosa la recreación del mercado, los olores,el bullicio...
y como avanza ese monólogo de Zaynab en su ansia.
Un besín
Aunque últimamente siempre llego tarde ya que actualizas todos los días,eso no impide que disfrute al máximo de este relato tan lleno de magia.
Un abrazo
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