El diwan de las poetisas
Luis Delgado
Salgo a comprar perfume
sin el permiso.
Un velo de algodón
cubre mi rostro
para que nadie sepa.
La risa de unos niños
se contagia en mi risa
y el alatar me muestra,
con histriónico gesto,
aceites de la mirra,
del benjuí y del mirto.
Florece la tienducha
con azahar invisible,
mas un aroma crece
de entre toda la esencia:
Mi hermana me exhortó
a que en Noviembre lleve
el gusto del almizcle
y elijo los reflejos
de su dulce cristal.
Pero ella desconoce
que en ese olor envuelvo
las noches de mi lecho.
Y al regresar a casa,
asperjo los tejidos
de mi alhanía:
El misterioso olor
de su rizado vello.
- © S. Weingast
Mi madre me ha contado de jardines de arena
más lejos que los cielos del estrecho de Ormuz,
más lejos que las tierras de los templos del aire...
En mi jardín, los sueños llevan sedas de rosas,
mil racimos de orquídeas que se abren a la luna
y alegres pericones, medianoche su olor.
Y, entre todas, la flor que jamás se marchita,
que aguarda la humedad de la furtiva mano;
sólo un roce y sus pétalos,
locos de amor, se ofrecen,
locos de amor, abriéndose, esparciendo su polen
sobre la sabia mano que, a bien, la despertó.
3 comentarios:
¿Sabes? intento recordar qué fragmento, en una lejana mañana, consiguió cautivar y producir desde lejos un intenso silencio lleno, lleno...
Pero no es posible. Todos lo consiguen.
Un abrazote
No podía creer que estuviera tan atrasada con tus post, pero no importa, me leí todos los capítulos del Libro de Zaynab seguidos y son un verdadero placer, te felicito por ello y por la música elegida.
Buen fin de semana.
Hola
Cuántos olores misteriosos
: )))
Jade
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