martes, mayo 31, 2005

Las terribles


(*) María Cristina Fresca


CON SU TUPIDA CAPA DE ABANDONO

Hay palabras que nunca se sosiegan,
que ni siquiera van redondeando
sus aristas.

Son como columnas de obsidiana:
lejanas de la lluvia,
de los adolescentes
que prefieren inventar un lenguaje.

Reúnen tanto acero en su tejido
que el paciente crisol del corazón
no las vacía;
se quedan en el fondo
brillando sin piedad
después de evaporarse la ternura.

Han resistido, impávidas, al hielo,
fueron temidas en el paladar
de la venganza;
hasta los marineros
maldicen su dibujo
y los imagineros las ocultan
en la espalda invisible de los mártires.

Y como son eternas
se transparentan sobre el desencanto
y acaban devorando ese silencio
que suaviza la angustia
con su tupida capa de abandono.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

...mas de 1.ooo poetas han visitado este Jardín, muchos de nosotros, como un rito.

boreal dijo...

yo no soy poeta, pero me gusta leerte y aunque siempre es un placer, hoy lo ha sido especialmente... Un abrazo, Ogigia

almena dijo...

Ogi, poeta, buenos días.
Hoy, igual que en tu poema de ayer, es constatar la bellísima forma en que un poeta puede tratar un tema que no es bello, o no es grato. La indiferencia, el poso de amargura que pueden dejar algunas palabras de aristas aceradas...
Así me han llegado tus dos últimos poemas. Sólo un/a "grande" puede hacerlo.
Besosssssss

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Almena en que tu eres capaz de volver bonito lo que no lo es y queda bien reflejado en la primera estrofa del verso. Me encanta haber descubierto tu blog.
Un saludo

Anónimo dijo...

Otro precioso poema con el que me regalo la vista nada más venir del trabajo :)
Me gustaría tener tu talento, un beso.

Ogigia dijo...

pero qué exagerados sois, especialmente almena, eso es porque es amiga y me aprecia....en fin...

Anónimo dijo...

Hay palabras que alcanzan a perfilar la sombra exacta de la verdad; las usan los filósofos.

Otras son humo o aguas turbias de un río sin un mar que lo acoja; las usan los políticos.

Me quedo con las que, como en tu poema, son fruto que al estallar se siembra.

Las usan los poetas.

Saludos

Anónimo dijo...

Nada peor que esas palabras cuyo helado eco convierte en desierto la hirvición de la vida. A veces tus versos sufren un sublime desparrame hacia el final. Puro Jazz.

El beso, Ogi

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