La princesa
nació durante el tiempo de la caza,
cuando los crisantemos equivocan su orgullo.
Nació porque el azar
es una incomprensible criatura
que nunca se confía.
Sus padres eligieron, para su nombre, nombres
del oro y minerales
que sueñan los esclavos del descanso.
- Te llamaré la aurora y su promesa,
dijo su madre.
- De acero, de jubilosas conquistas,
dijo su padre.
Y levantó su mínimo cuerpecito a la luz.
Y hubo una sola fiesta de cariño;
engalanada plaza de reyes y de lluvia
para que no faltara ni el trigo ni la leche
ni el algodón en los cuerpos hambrientos.
Vinieron los espíritus
que regalan la suerte y su moneda.
Señales en las nubes, águilas positivas,
y tres encantadoras como si tres virtudes
pudieran convencernos, bailar como tres gracias.
El sol en la colina del laurel.
El aire igual que el mar.
Y nada que contenga una palabra oscura,
ningún presentimiento
ni ninguna mentira.

2 comentarios:
Termina bién porque es un cuento.
bueno...
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