domingo, mayo 15, 2005

Idolatrías XXXIII




FLORA


¿Por qué te ríes tanto?, me preguntas,
como siendo mi risa
una adivinación de las granadas,
un emerger del río del reposo.

Ni no ni sí te ofrezco
mi piel que tu imaginas generosa
de pétalos
y, comiéndote alguno, todavía
sigues creyendo en la buena suerte.

Mi risa es la omisión de cualquier risa,
mi risa es un trayecto de distancias.
Mi risa no se ríe,
no puede responder a las imágenes.

Sólo lo que tú piensas que es mi risa
convierte en nerviosismo ese letargo
del invierno,
fragua esperanzas rosas para amarse
por fin, no de animales
que saben que mi ausencia les insiste,
no de las criaturas
despreocupadas por los mensajes
positivos.

Yo te aconsejaría
que dejes a la rosa de mi boca
ensimismarse;
quizá, si la levantas
te helará el corazón su inmenso vano
y te conviertas
en estatua de sal, en polvo, en nada.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días, Ogi.

Y te respondería Neruda:

".. quiero tu risa como
la flor que yo esperaba..."

Ogigia dijo...

Bueno, alme, la risa de la que hablo en este poema no es exactamante risa

Anónimo dijo...

No, no, ya sé. No es "la flor que yo esperaba"

Anónimo dijo...

La risa esperada nunca es la fingida, debe ser siempre verdadera. La virtud, supongo que reside en que su recuerdo no sea un artificio producto de la necesidad del que desea que exista, en otro rostro, en aquella flor a la que siempre se implora correspondencia.

Tuve que releerla muy despacio, su armazón es robusto y su relleno consistente.

Un beso, Ogitwo.

Ogigia dijo...

La risa que es la mueca del vacío...mejor no esperarla...no "comprobarla", blog sin hombre, otro beso

Anónimo dijo...

Buenos días, Ogi.
Yo venía buscando miración de poesía de hoy...

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