LOBA
Dime lo que conoces
del cebo descompuesto,
de las uñas biseles en las rocas.
No soy la comadreja que enloquece
con sangres,
no dispongo del tiempo como orugas.
Te alcanzaré
más tarde o más temprano pero ahora
afilo mis colmillos
en esos roedores
con paladar de nueces y melaza.
Quiero escucharte ahora
mientras retiro cielos de tus astas,
ronquera de berridos,
telas con que se viste
la solitaria madre de los bosques
de placidez y machos.
Pateas la blandura,
la percusión mojada,
me olfateas alerta,
sabes
que si fuera mi abrazo fuera siempre
el abrazo final.
Ya te amaré después cuando se acerque
tu inclinación al brezo
y los gusanos.
Quiero escuchar ahora
qué pulcritud desplaza a la tristeza,
qué libre certidumbre te ha montado
y qué peligro puedo
contenerte,
oh carne preferida,
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