Mujeres pelirrojas
sacudiéndose las únicas lumbres;
cobres
por detener el corazón del ánimo
seguro,
por saber que los lobos
gustan de los engaños.
Del madroño, de la pulpa que embriaga
recogen el olvido.
Fuera, en las carreteras,
cuentan que es estar vivo
el trabajo
o la melancolía.
Juegan con el vapor
de labios vegetales
y qué responden a los cazadores,
al fugitivo crimen,
qué equivocan vistiéndose de finas
telarañas,
qué danzan, pelirrojas,
quién las mira si aún
no todo se ha domado
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