La barca
Para el día siguiente de las vírgenes
de agosto,
como si nada hubiera sucedido
en el desierto, en la brea de asfalto,
mi cálamo dibuja
su lentitud de río antes de lluvias
que recobren el furor de fluir,
y me balanceo en esta posada
vestidura estival;
apenas la intención de un movimiento
me lleva,
una atenuante
caligrafía de agua se sucede
y ni la rana ni el abejaruco
-llamarada turquesa
velocísima-
se molestan
en aquietar su absorto griterío.
Como si nada hubiera sucedido,
como si se durmiera mi barquero
y la muerte callara en la calina,
y tuviera la muerte
una rara pereza
y no moviera
un dedo
y no se estremeciera.
Para el día siguiente de las vírgenes
de agosto,
como si nada hubiera sucedido
en el desierto, en la brea de asfalto,
mi cálamo dibuja
su lentitud de río antes de lluvias
que recobren el furor de fluir,
y me balanceo en esta posada
vestidura estival;
apenas la intención de un movimiento
me lleva,
una atenuante
caligrafía de agua se sucede
y ni la rana ni el abejaruco
-llamarada turquesa
velocísima-
se molestan
en aquietar su absorto griterío.
Como si nada hubiera sucedido,
como si se durmiera mi barquero
y la muerte callara en la calina,
y tuviera la muerte
una rara pereza
y no moviera
un dedo
y no se estremeciera.
5 comentarios:
Qué delicia Ogigia, cómo te sientas a mirar... cómo penetra tu mirada el fluir de las cosas... esa belleza sin tiempo. Estoy disfrutando mucho estos Cálamos chinos. Gracias.
Realmente magnífica esta serie de poemas. En este, se paladea la perezpsa tarde de agosto.
Saludos
Hacía días que no te leía. Y vuelven a sorprenderme gratamente tus palabras. La caligrafía del agua y esa pereza.
Precioso Ogigia.
Ay Ogigia cómo penetras los misterios!
Esa estrofa final... es pura mística querida amiga.
Un beso grande.
Jade
Delicioso, Ogigia.
Los ojos se dejan acunar por la cadencia de los versos.
Un abrazo
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