La abeja euglosina existe en un rincón del amenazado planeta amazónico y la orquidea cubo coriantes también, su cómplice, su amorosa enemiga. El poema no se editó así; no he podido resistirme a transformarlo en prosa poética... quizá se debiera haber publicado de ese modo. Es uno de mis preferidos del libro.
Raga del deseo
Ese macho de la abeja euglosina que busca los aceites de la orquídea coriantes para impregnar su abdomen amado por las hembras, hechizando a las hembras,
cae a la trampa espesa de fluido, restos de insectos flotan con sus brazos perdiéndose,
y casi extenuado por salvarse, esmeralda rendida, desvalida -es el fondo el flujo de los pétalos-
escala la garganta que permite que la abeja la invada, y apenas ha temblado la flor cuando la cruza la intrusa enamorándose, porque al seguir lo angosto, húmedo, codicioso, se abrazan a su lomo dos extraños de estambre, -intención de la flor el navegar a un vientre vacío todavía pero expectante, hambriento.
Ese macho euglosina, una vez fuera, si respira, si vive, empapado del líquido se limpia tanta baba que lo envolvió en la trampa; se enjuga y aletea, se repone deprisa, y el peso de los granos se imponen como tabas parásitas y bellas,
hasta que vuela a otra cubo coriantes, ahora femenina, y se repite el óleo del peligro, repite caer, la casi muerte, y sale penetrando, y se quedan los huéspedes que ceñían su lomo, y empapado respira
el ansia;
esmeralda que vuelve sin memoria
a buscar un perfume
y vuelta
y vuelta.
Ese macho de la abeja euglosina que busca los aceites de la orquídea coriantes para impregnar su abdomen amado por las hembras, hechizando a las hembras,
cae a la trampa espesa de fluido, restos de insectos flotan con sus brazos perdiéndose,
y casi extenuado por salvarse, esmeralda rendida, desvalida -es el fondo el flujo de los pétalos-
escala la garganta que permite que la abeja la invada, y apenas ha temblado la flor cuando la cruza la intrusa enamorándose, porque al seguir lo angosto, húmedo, codicioso, se abrazan a su lomo dos extraños de estambre, -intención de la flor el navegar a un vientre vacío todavía pero expectante, hambriento.
Ese macho euglosina, una vez fuera, si respira, si vive, empapado del líquido se limpia tanta baba que lo envolvió en la trampa; se enjuga y aletea, se repone deprisa, y el peso de los granos se imponen como tabas parásitas y bellas,
hasta que vuela a otra cubo coriantes, ahora femenina, y se repite el óleo del peligro, repite caer, la casi muerte, y sale penetrando, y se quedan los huéspedes que ceñían su lomo, y empapado respira
el ansia;
esmeralda que vuelve sin memoria
a buscar un perfume
y vuelta
y vuelta.
4 comentarios:
Curioso paralelismo entre el amor y la agonía. Se repite muchas veces en la naturaleza.
Bello, como todo lo que escribes.
kuko
Como la vuelta desde los versos a la prosa, y viceversa y más. Gracias, poeta :¬)
Ah... le has puesto movimiento a ese fotograma y zumbido agitado a esa danza de la extenuación casi suicida...Las orquideas son maestras de seducción, un reclamo espectacular del que depende su supervivencia. Tu prosa también seductora, invita a impregnarse de poesía...” a buscar su perfume/ y vuelta/y vuelta...”
Un besín
:)
Besazo de domingo
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