© Pedro Pablo Vaquer
Iméropa es una de las Sirenas, concretamente la que posee una voz que invita al deseo.
Quizá en el sueño
medicinal la escucho.
Llega su lengua desde los cantiles
donde se imantan los anillos, hierve
un caldo primitivo,
anterior a las tiaras nupciales
y la abstinencia.
Yo me creía a salvo
como Vieja Mujer de los navajos,
astutamente hueca
y sabia.
Pero canta,
ella canta maligna,
y lo que dormía para siempre
en mí,
lo que había cedido a las doncellas
llamadas Blancaflor,
lo que se aislaba en el mes de los muertos...
Me cerca su canción
y tiembla el hueso
de mis yemas, el tejido reseco,
el caparazón, la costra, la concha,
tiemblan, crujen, se agrieta
la piel.
Entonces
una punzada,
un dolor casi olvidado, vencido,
un jadeo que apremia,
un saco vegetal, lleno, violento,
expulsando
la simiente...
Esa lengua
que quiere destrozar a las palomas,
esa canción temida
desenterrando un grito,
esa voz que codicia,
esa preciosa voz.
3 comentarios:
Lo leo con atención
Tu auténtica voz está ahi, en tus poemas. Y ejerce una potente atracción sobre muchos y muchas, entre los que me incluyo. Gracias.
IKaro
En este universo de músicas vociferantes,es un alivio descubrir sonidos elementales, ricos, balsámicos, demiúrgicos... y descubrir que no a todos, el tiempo, les endurece el oido.
Un besín
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