
Una fragilidad diferente a la de la seda,
cercana al pétalo que va a morir después de intenso
apropiarse de la hechicería,
cercana a los pequeños pájaros zancudos junto
al río sin los embaucadores,
algo feroz que lo impulsa a volar y torpemente
aletea,
peces carnívoros sólo poseen la paciencia
de aguardar.
Distinta a la piedra habitada por un viento antiguo.
Tal vez sí sea esa fragilidad como la piedra,
como una niña que puede ser robada, chupada,
como el anciano que se rompe la cadera porque
el tiempo de montar a los caballos de los días
es un poniente hambriento.
Septiembre recobra al dios que aventa.
Hoy no me preguntaré si existe otro dios morando
en la fragilidad.
1 comentario:
Besos, Poeta.
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