Segundo relato
I
Está en las nubes,
como alguien dice.
Allí no la persigue el filo
de una despedida inminente.
Está dejándose tomar
por el alejamiento.
Ha pensado hundirse en las olas
y que la sal le cauterice
estos tajos hendidos.
No se distinguiría el llanto
de la espuma, sería blanco
todo, blanco y fugaz.
Se endurecería calcárea,
reconocida por los peces.
Aunque el salto definitivo,
¿cómo la nombraría sino
en el recuerdo de otros?
Y ella sabe bien que el recuerdo
es la crueldad del olvido.
Reúne las nubes,
redondea su altura
y consigue un suave planeta
gaseoso.
Allí, el sol que no lastima
se desliza en su cara, rueda
entendiéndola…
II
…por eso sube
hasta el barco donde se esconde
la creación de Mary Shelley.
-Se parece a ella,
no sé si te lo dije-
Y en esa latitud helada
está pactando con el sol
de junio
para que la noche demore
la oscuridad irreversible
o para que el frío detenga
la engañosa temperatura
del apego.
Sí, se parece a Mary Shelley
pero
también al ser desconcertado,
inmóvil en su barco, huido
del deseo.
1 comentario:
Hola Ogigia, te sigo aqui... siempre que tengo un ratito vengo
Lun
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