- Tajo en enero
Como no se parece a los violines
de Vivaldi,
como espumoso viene de crecida
pisoteando troncos
y cuerpos macerados en su cieno,
como antender su idioma es convertirse
en el lejano estruendo de un alud,
y como no se espera
al ligero sonido de las fuentes
ni a la avidez de una garganta, agosto
será más llevadero en sus orillas:
quizá algo verde y entrechocar de copas
si la noche conserva
su negro adiós después de nombrar tanto
calor, sopor humoso.
Y como por debajo
del bullicio alocado de su espuma
otro ronquido grave se acrecienta
triturando las costras animales
que no cante canciones de las cosas
que nunca volverán.
Yo no le pediré
la apaciguada ninfa silenciosa,
el discurrir de un cisne de tristeza.
Con dos palmadas espantaré a los peces
que boquean aún,
esos gordos y nauseabundos peces
que silban a los muertos
y los vuelven de espaldas
para comerse huellas de un abrazo.
1 comentario:
Fecundo río, y tu poesía
;)
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