Bodhisattva
No quisiera tan pronto convertirme en un perfil inmune con los astros, en un soplo fugaz si no repite mi ser un nuevo ciclo de amargura.
No quisisera morir finalizando la cadena de cuerpos doloridos que olvidan su anterior carcasa lenta de paja, espantapájaros y hombres.
Ah, que el Nirvana espere mi cansancio...
Pues, ¿dónde viviré tanta miseria del hambre muy furiosa, desatada?
¿Dónde seré un minuto de deseo por transformarme en música de Mozart o por bordar manteles de Matisse o por hurtar al río de la infancia su infalible conjuro de hechicero?
¿Dónde sino en los doce millones de kilometros que inaugurara Elcano veré las maravillas de este mundo, el optimismo innato de las puertas que dan al mar, al Este, a los alisios?
Ah, que el Nirvana espere mi abandono...
Todavía me queda liberar a los tigres, rendir mi resistencia a su fiereza. Todavía me queda diferenciar la noche de la aurora y asombrarme de cómo viene el día perdonando.
Y sobre todo doblegar mi miedo si subo a las campanas ojivales, si miro el blanco intenso de las clínicas, si me piden la voz y me desmayo, excitada con tanta arquitectura.
1 comentario:
todavía te queda... !cuerda para rato! de violines, de arpas..., vamos que conjuras en un poema a todos los autores que en el mundo han sido; y te quedas tan ancha. Eres una corredora de fondo, no de alarde. Qué fácil parece escribir al leerte... "Flexibilizar la existencia... dulce ninfa del pasado y su dulce presente". Dixit.-
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