lunes, febrero 26, 2007
viernes, febrero 23, 2007
LMDF XV

La imagen pertenece a PILAR BAMBA. Me gusta su pintura. Es la segunda vez que la admiro en el blog, públicamente. Y le agradezco su interés.
Piromancia II
En las naturalezas muertas
distingo
el cabello que fue olvidado:
desvía el equilibrio y surge
un tarareo, un golpecillo
que corrompe la perfección,
y el ave cazada, la fruta
arrancada de su declive
abren sus ojos al asombro
pues queda un hilo sin arder,
algo que simulaba frío.
Percibo
que no todo el atrevimiento
de la abeja se domestica
sobre la flor que aparenta si-
lencio;
un encarnado punto mínimo
repite su canción salvaje
mientras liba
y en la flor, una oculta luna
crepita, espera a que el desorden
asole la serenidad
como un volcán que parecía
extinguido.
Veo
la mañana dominical
plegarse sin incertidumbres:
se está moldeando a tu patio,
lame las ociosas y suaves
macetas, el rumor cercano
del café... suenas la satara
para encantar a las tres cobras
que reptaron
a tu cama
cuando la noche fue la arena
que se adhiere al cuerpo... sudaste
y la sed se tendía junto
a ti,
te acariciaba, tú sabías
quién era.
Crees que la mañana lava
esas señales en tu piel,
que las tres cobras se asustaron,
que la luz irá revelando
la verdad
igual que una niña despreo-
cupada.
La claridad es una mecha
invisible, llama que baila
porque te miente ahora, miente
iluminando tus rosales,
azucarando tu café,
apaciguándote los muslos,
oliendo a calma, a la certeza
de una mañana sin peligro,
sin el rostro detrás que intenta
apoderarse de tu sueño.
En cualquier instante querría
dejar de bailar y acercarse
a ti con el fuego en las manos.
Hay una música que vibra
bajo las vestiduras plácidas,
bajo la familiaridad
de lo tranquilo.
Detrás de la mañana, bajo
la luz,
ardiendo.
martes, febrero 20, 2007
LMDF XIV

Georgia O´Keeffe, la perfección de la sensualidad y el secreto...ah y esa extraña impostura de Anglada Camarasa. En ocasiones lo decadente da lecciones de futuro. De todos modos me encanta, ea.
Y otra sensualidad, Chris Rea...cómo me gusta este tema. Para compensar la supuesta melancolía.
Hubiera terminado
aplastando ramitos de romero en el libro
El sentido común me mostraría
y su temperatura, disciplina
remataría torres defensivas
el licor que despierta al paladar.
Hubiera terminado
comprobando el piano cuando la fiesta
antifaces de una velada al año
donde los concejales han cedido
Hubiera terminado
llamándome rapsoda en los bautizos,
moviendo el abanico,
Pero un licor desde la niña rubia,
un veneno que fosforece incluso si las tardes afinan
en las ciudades
de la melancolía...
y me arrepiento de beber de golpe,
oscura,
y me quejo
de la soledad que hierve en el líquido,
complicada...
Un licor, un veneno que desgarra
en lo que vierte,
que horada congeladas superficies, caldea el comedero
llama en Islandia al barro al rojo vivo,
se mete entre mis dientes, desocupa
muertos,
vuelve vapor verdades razonables
y luego,
en el vapor,
va trazando mi nombre y se desliza
su dedo en mi garganta,
va arañando,
va posándome un nombre en la garganta,
la muerte dulce,
y no alcanzo a morir sino que rasgo
respetuosas sedas
y te doy a beber...
Ah, y un té para dos...no, para compensar la supuesta melancolía, mejor un té para tres...
domingo, febrero 18, 2007
LA MÚSICA DEL FUEGO XIII
jueves, febrero 15, 2007
LA MÚSICA DEL FUEGO XII
lunes, febrero 12, 2007
LA MÚSICA DEL FUEGO XI

No pensaba en cambiar tan pronto a otra entrada, sin embargo, después de leer el blog Se descalzan los días... este poema del libro SE LO DEDICO A MESTIZA, creo que ella también es un preciosísimo pebetero art nouveau. La verdad, no hallé la imagen que quería, la de esa rara figura de una mujer que levanta sus brazos con una llama...la he visto, eh, en alguna parte, muy a lo Tamara de Lempicka, que me gusta tanto, quizá también crisoelefantina, pero ésta que vemos me encantó igualmente.
En cuanto a la música, Mesti, te busqué el original cantado por Djavan (por supuesto Flor de Lis no es de Ketama), tampoco lo encontré pero esta versión me place igualmente.
domingo, febrero 11, 2007
LA MÚSICA DEL FUEGO X

Mi homenaje a María Callas. Una noche de verano fue escuchar LA BELLEZA. Cuando recordaba la historia de Tristán e Isolda, Iseo, Yseut, la Isla... Seguía escribiendo La música del fuego.

María Callas canta Dolce e Calmo de la ópera TRISTÁN E ISOLDA de Wagner
Esa rosa que bordé en la batista
porque la niña aún ha obedecido
el trazo de su madre en el dibujo...
Ni el reflejo de la madera ardiendo
la roza con el tiempo que se escapa.
Puede volver la niña a apoderarse
de los relatos de la ciudad que ama,
puede rasgar la tela con la furia
de ver a un hombre tonto abandonándose
a la huida
pero la rosa sigue insolentando
con su belleza el día de la muerte
de la inocencia.
La miro y es un resto de la arcilla
de los once años, de la quebradiza
rama de un árbol muerto, al fin talado,
al fin leña que ahora se convierte
en el color
del bebedizo.
Soñé, cuando bordaba, con tu brazo
dirigiéndose a mí, rompiendo el hilo,
rompiendo el humo calmo de la infancia,
y al fin he muerto, al fin, y resucito
adiestrada en el arte de este fuego
que devora
a la rosa.
La miro y no recuerdo los veranos
del tedio obedeciendo a la cordura.
Tengo una nueva flor que me ha crecido,
una rosa de muerte que dibuja
muerte a mi alrededor, muerte en mi vientre,
muerte por fuego, fértiles vegeta-
les de muerte,
porque querer vivir después de hallarte,
querer domar la rosa en la batista,
es bordar una rosa acobardada,
muerte por no volar, la muerte muerte.
viernes, febrero 09, 2007
LA MÚSICA DEL FUEGO IX
© Daubingny
Con la siega, Harvest, el viejo disco de Neil Young, una música mítica. Ansia y calor.
© P.M. Etienne
HARVEST
(Neil Young)
Huelo a mojado lejos,
como olor a cigarro
que alguien que ya no fuma localiza y aspira
y se resiente
recordando
la estación peligrosa, la calada querida
antes de todo el irse
de su mundo.
Bebo el corazón
de la nube amarilla,
paja de la memoria del trigo cosechado;
lejos, una tormenta,
pero no al otro extremo
de Alabama,
una cortina hilosa.
¿Quién te contó que el ansia
huele a ceniza?
Lejos, donde la nube por fin arrasa perros
de calor y humeante sube un vaho de tierra.
Nunca
refresca esta cortina sino que se impacienta,
enfebrece,
se me hace escasa el agua.
Tengo un olfato fino,
huelo a mojado lejos,
algo que se completa desprende los aromas
del despojo.
Nada es igual después de haber llovido, creo
que han muerto esos dos cuerpos que no deben vivir.
Huelo su muerte,
el veneno
que se bebe de un trago.
La sed respira, vela, es un perro salvaje.
¿Quién te contó que el ansia
mide su quemadura?
martes, febrero 06, 2007
MDF VIII
lunes, febrero 05, 2007
MDF VII

© Pedro Pablo Vaquer
Iméropa es una de las Sirenas, concretamente la que posee una voz que invita al deseo.
Quizá en el sueño
medicinal la escucho.
Llega su lengua desde los cantiles
donde se imantan los anillos, hierve
un caldo primitivo,
anterior a las tiaras nupciales
y la abstinencia.
Yo me creía a salvo
como Vieja Mujer de los navajos,
astutamente hueca
y sabia.
Pero canta,
ella canta maligna,
y lo que dormía para siempre
en mí,
lo que había cedido a las doncellas
llamadas Blancaflor,
lo que se aislaba en el mes de los muertos...
Me cerca su canción
y tiembla el hueso
de mis yemas, el tejido reseco,
el caparazón, la costra, la concha,
tiemblan, crujen, se agrieta
la piel.
Entonces
una punzada,
un dolor casi olvidado, vencido,
un jadeo que apremia,
un saco vegetal, lleno, violento,
expulsando
la simiente...
Esa lengua
que quiere destrozar a las palomas,
esa canción temida
desenterrando un grito,
esa voz que codicia,
esa preciosa voz.
sábado, febrero 03, 2007
MDF VI

La abeja euglosina existe en un rincón del amenazado planeta amazónico y la orquidea cubo coriantes también, su cómplice, su amorosa enemiga. El poema no se editó así; no he podido resistirme a transformarlo en prosa poética... quizá se debiera haber publicado de ese modo. Es uno de mis preferidos del libro.
Ese macho de la abeja euglosina que busca los aceites de la orquídea coriantes para impregnar su abdomen amado por las hembras, hechizando a las hembras,
cae a la trampa espesa de fluido, restos de insectos flotan con sus brazos perdiéndose,
y casi extenuado por salvarse, esmeralda rendida, desvalida -es el fondo el flujo de los pétalos-
escala la garganta que permite que la abeja la invada, y apenas ha temblado la flor cuando la cruza la intrusa enamorándose, porque al seguir lo angosto, húmedo, codicioso, se abrazan a su lomo dos extraños de estambre, -intención de la flor el navegar a un vientre vacío todavía pero expectante, hambriento.
Ese macho euglosina, una vez fuera, si respira, si vive, empapado del líquido se limpia tanta baba que lo envolvió en la trampa; se enjuga y aletea, se repone deprisa, y el peso de los granos se imponen como tabas parásitas y bellas,
hasta que vuela a otra cubo coriantes, ahora femenina, y se repite el óleo del peligro, repite caer, la casi muerte, y sale penetrando, y se quedan los huéspedes que ceñían su lomo, y empapado respira
el ansia;
esmeralda que vuelve sin memoria
a buscar un perfume
y vuelta
y vuelta.
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