sábado, abril 15, 2006
Décima foto, décimo poema
© Ricardo Martín
Elefantes de estar cansado,
haber conocido la noche
sin olvido, sin tan siquiera
cerrar los párpados, dejarse
llevar.
Insomnio o paquidermos. Cruzan
ahora hasta los bebederos
de la mañana. Míralos
pasar indiferentes, lentos
en su nacarado calor,
casi festivos, casi nubes.
¿Y dónde se atrasa la noche
de las rapaces ululando
en tu oído, con sus miradas
trágicas?
Albos elefantes celestes…
No traen el consuelo, mueven
un aire suyo, nada más.
Y, aunque el resplandor despabila
timideces en las farolas,
la noche prosigue detrás
de los perfiles, en lo blanco.
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8 comentarios:
En las formas, y hasta en las sombras o en las nubes, se puede esperar, esperar no se sabe que, algo que no es propio y no depende de uno mismo. Una historia, a veces milenaria, a veces tan antigua como la noche. Unos paquidermos, insaciables, que seguro habrán mecido a un lejano desconocido.
Nubes y claros. Y un beso, como siempre, Ogi.
Ogi ¿qué decir ante una imagen así y ese pie de lujo que tú le pintas?
Sólo disfrutarlo.
Besos!
Es precioso, de verdad, me voy a dormir con esa imagen (¿en los ojos?). Muchas gracias.
Precioso blog. Saludos!
Te aseguro que hoy además de la plasticidad en la palabra... he oido su música... la manada de "albos elefantes celestes".
Me encandila :)
Un besín
He estado leyendo el resto de tu poesía y me ha encantado. Creo que has creado un espacio mágico aquí, juntando poesía e imágenes hermanadas. Y este poema de los elefantes aereos deja un sabor de boca tan bonito (creo que es el de la buena poesía).
Te seguiré leyendo. Besitos.
En cierta ocasion me tome el atrevimiento de cerrar un post con el rapaz ululando, esa noche en que los elefantes durmieron.
Me encanto
El amanecer viene en ayuda de las farolas para ir disipando las sombras.
Un abrazo
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