Pájaros. Marc
Patinan en el ónice
del amanecer ignorando
qué engranaje,
qué horario insaciable reinicia
tu vigilia.
Paseaste en la dilación
de una corriente donde nada
temblaba,
una demora en cada paso
como la coreografía
de los ballets rusos
mientras te recreabas
en el regalo
de la serenidad.
Ahora
los pájaros rayan el hielo
con sus alas
y separan del alba lanas
para no despertar.
Viene
el momento de abrir
los ojos.
Viene el encuentro
con el desgarro inacabado.
La indiferencia
canturrea con un lenguaje
de planetas lejísimos.
Y tú te obligas a seguir,
¿a seguir viviendo?
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