Mujer con chaqueta verde. Macke
La tarde se complace en sí
misma,
oye a los barcos por el gran río
y se halaga en el parque
con sus dibujos de sol y sombra.
Si pensara
teológica
se retardaría igual que un ángel
refinado
o, mundana, acaso exclamaría:
qué bellas y adecuadas las vistas
del paisaje.
Este es el momento
donde la mujer árbol detiene
su paso.
¿Qué sabes de ella
sino su esbelto
gesto?
Incluso estando erguida, el reposo
verde se acomoda a sus caderas
con un corte impecable
como se ajusta la densidad
del peligro
al reposo del tigre.
¿Qué sabes de ella
sino la inclinación
de su cabeza?
mirando al suelo,
quienes bordean
la esperanza, aquellos que repiten
un nombre cuando los nombres cambian.
Y todos los demás, entre tanto,
pasean, se emocionan,
intercambian saludos, contemplan
el río,
procuran que el tormento se dome
en palabras;
no se escucha ni un grito
aunque el dolor les haya arrancado
el corazón.
Este es el momento
donde ella se mira
las uñas de sus garras.
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