- CERCANAS (III)
Las aguas profundas. Pintura de María Aranzadi en una exposición de 1995
Si rueda el tiempo
aprisa rueda
sobre la cintura del ángel
ceñudo.
Las novicias,
las niñas danzantes, descalzas
en la escarcha, griegas, que van
a la iniciación del deseo,
desconocen el aleteo
amenazante,
desconocen morir.
Mi madre nada hasta el momento
de empezar a peinarse
por si sola y a disponer
la escritura de los planetas;
se va sumergiendo en las aguas
donde no es necesario alzar
la voz para encontrar los hijos
torturados, ni es necesario
llorar por la belleza ausente
o la seda quebrada.
Ahí,
en las aguas profundas;
no sólo amada y deseada
y lista…
doma las ruedas,
apasionadamente lista
desnudándose.
Ahí, en las aguas, casi niña
perpleja con su olvido pero
de pedernal, cuarzo dispuesto
sin pausa al fuego,
y el eslabón también, la llama
dulce.
Cerca de las niñas jugando
a morir entre las columnas
de templos naufragados.
Ahí.
Intento ser tranquila porque
estoy esperando
a que ella me mire.
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