Regala a las hormigas
la dudosa oración que aplasta miedos,
muertos.
No pises las hormigas, llevan máscaras,
beben una gota de vino rojo,
su carcajada,
porque se visten
de lo que suele ser inapreciable;
son rápidas con la flor de los sueños
y siguen al talón
despierto de la Diosa.
Regala a las hormigas
la fatalidad del aceite para
despedir a tu padre,
tu cuerpo atravesado por los jóvenes
sin verte
y la elección cegada del amante
que sabía el valor
de las legumbres.
No pises las hormigas, te dirán
la cantidad exacta
de las prímulas
y la locura en otros,
tú, ligera,
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