- Vínculos
El puente Bifröst
Ni siquiera Heimdall es eterno. El Ragnarök vendrá para llevárselo. ¿Cuándo, cuándo? Sopla en tu cuerno ahora, dios, para que las estrellas movedizas de leche despierten y alcancen mi cuerpo. Para que mi amante brinque como un niño, de luz en luz de noche, mira, jugando al tejo, hacia mi cuerpo.
Isla íntima
El hombre que invita, Izanagi, salta con su amada por el puente del cielo y arroja al mar su lanza. Entonces emerge el promontorio donde se aman ellos, donde se franquean, mutuos se acceden, y se incorporan, se enlazan, se disuelven. Y ahí no hay tiempo, lascivia únicamente. Y ahí deseo estar.
Paso definitivo
En una sola dirección van los muertos por el Chinvat. La bondadosa Daena acaricia sus rostros y su perro olfatea los rastros de la vida. Estoy cansada, dice al guardián, de recorrer el puente. Y Rashnu le contesta: Si duermes un instante tendrán sed los fantasmas. Ah, es que ella quisiera envejecer como mi cuerpo.
Iris
Esta niña se pinta los ojos con los siete colores de la lluvia. La envidio cuando abre las puertas y entran en la ciudad el olor del perdón, la ternura primitiva de un bálsamo de frutas y cierto olvido, el necesario para repetirse en los errores apasionados, ésos imprescindibles de la sangre. Ella, incluso, se detiene en un puente llamado San Martín y da conversación a la mujer asesinada.
Acá y allá
¿Y no enceguece ir desde el portón del ayer hasta la incertidumbre?, piensa Jano, me duele el cuello de mover la cabeza. Yo sé el secreto para que reposes: nunca existe el pasado y el futuro no late todavía…tan sólo discurrir, atravesar los cuerpos, fluir, fluir de carne, le respondo.
Hombre ahogándose
Pero respira. Tiberino respira y es de agua, y es de ese valle, al fondo, que lo acoge, y es de ese mar de sal que hay en un cuerpo. No queda nadie que lo libre de entregarse a la piel y más adentro, justo en los órganos húmedos del ansia, en ese centro, precipitado desde el puente de papel de mesura, quebradizo. No se defiende, no se salva, se ha tirado a morir porque está vivo.
Puente-cuerpo
Y si tú me cruzaras, despacio, retardándote en la arena dorada que hace curvas, que se deja lamer por las adelfas y las culebras que anidan en la orilla…Los peces subirían de sus nombres secretos, ¡cómo te morderían suavemente y cómo aprenderías de su tacto! O deprisa cruzarme, torpe, casi corriendo. La avidez es una cosa con forma de suicidio, sí, igual que las princesas que se arrojan al río con piedras en su boca. Y luego, algo saciado, retomarme en la calma, mover la lentitud, traspasar el sentido, atravesar el cuerpo. Cruzar, vincularte en el cuerpo, transitarme. ¿Acaso quien vadea no peligra?
1 comentario:
Ogi, qué lujazo de catálogo con tus letras.
Feliz fin de semana.
Besos!
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