Mientras decido qué poemas escribir en el blog, pondré algunos sobre mi hermana VIRGINIA WOOLF... No sé si es mi hermana o el presentimiento que me acompaña o el fantasma que cada uno (una) debe llevar consigo.
El primer libro que leí, suyo, fue ORLANDO, un regalo extraño de alguien especialmente sensible al que hace muchísimo que no veo. Después siguieron todos los publicados en español, me parece.
Ayer me regalaron el último, un cuento titulado LA VIUDA Y EL LORO...probablemente esté en alguna de las colecciones de relatos que tengo pero la edición es bella, de la editorial Gadir y las ilustraciones son de Concha F. Montesinos. Mis amigas las libreras, como saben de esta pasión, cada vez que sale algo relativo a la Woolf, me lo guardan.
A lo largo de los años he escrito varios poemas para ella. Es algo necesario para mí. He recuperado estos poemas desde los diferentes espacios donde fueron publicados: La revista Turia, la revista Hermes, los pliegos de poesía "Las hilanderas prodigiosas" (esas páginas preciosas y raras confeccionadas por mi prima María Muñoz), en el primer libro que publiqué: MUEREN LOS DIOSES, en fin.... Hacen un total de cinco...si no anda algún otro poema por ahí sobrevolando Monk House...
Me gustaría dedicar estos poemas a Ana María Navales, la escritora zaragozana, la persona que más sabe sobre Virginia, la persona que más la quiere, creo yo. Ella hace suyo el verso de Aleixandre: Conocer es amar.
Las imágenes elegidas para acompañar a los poemas son fotografías de diferentes autores reconocidos: de ¡¡¡Man Ray!!! ( con lo que me gusta ese fotógrafo de los sueños), de G. Freund, Lenare, Duncan Grant, y, claro, Vanessa Bell.
NO voy a escribir los poemas en un orden cronológico según fueron "acaeciendo", simplemente, ahí están. Aquí tenemos el primero:
VANESSA FINALIZA EL RETRATOResbalarías
con una delgadez que necesita
la gravedad de un pañuelo de roca,
de una falda de roca
añorante de su infancia en el cieno.
Crece el río en el mes de marzo,
duda la dama de azules mejillas.
Es el año invernal que persistió
en la pereza del cisne del Ouse.
Es el pasado
mientras posas vestida con la ropa
de nuestra madre Duckworth,
y en el óvalo de tu rostro incluyo
premoniciones
de una mujer que llega al mar cantando
después de hacerse un barco con el agua.
Impregno el pincel de color salino
porque el año de tu viaje sea
la biografía de una de mis hijas
que se asemeja a ti,
y con la mano izquierda reconozco
trampas de hermanas
porque no cese de lamer el agua
muros de los castillos femeninos.
Tú, mi contrincante, mi desviada
luz, mi lienzo que ama frutos infieles,
mi omega, garza
que se niega a comer. Sólo se aquieta
hablando en un idioma isabelino.
Después no sabe hundirse cuando muere.
7 comentarios:
Sigo teniendo mis ratos de lectura por aquí.
Graciasss
Jade
!Cuanta transitoriedad en algunas cosas y cuanta permanencia en otras! De tu mano, con Virginia.
... dijo la usuaria anónima, aunque no tanto.-
Este mar tuyo, que en tantas playas arriba...
Un beso!
...Como casi de costumbre me sumerjo deleitado en tu agudo dominio de la la palabra...eres un placer querida Ogigia, para los hipersensibles a la prosa y al verso...un beso nuevo...Carlos.
Está claro el por qué de tu fama de buena escritora, llevas ya tiempo jugando con las palabras y el sentido de las mismas y ya no tienen secretos para tí.
Un abrazo
Muy buena idea. Es más propio aquí, sí.
No me habías dicho nada.
Volveré para leerlos todos.
Eso sí, espero que Virginia no esté ya sólo con iniciales en el título, que se gano cada letra a pulso y tintas.
Sí, cuestión de amor y de genética... un placer disfrutar de vuestras "trampas de hermanas".
Un abrazo
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