INSECTOS EN LA CASA DEL ESPEJO
Una señorita,
a la que nombramos con el apelativo poco correcto en la ciudad donde la simetría desdeña el arte de la fuga,
patina semejante a una luciérnaga comiendo de las trufas que laten a medianoche en el bosque de las conmemoraciones,
patina en la porcelana con tres mariposas del té destinadas a morir porque es imposible beber y no naufragar.
Esta señorita
ya no se marea por andar al revés; concertista patina, va de atrás hacia atrás girando el cuerpo, un pirueta vira su cuerpo…es fácil desplazarse al pentagrama no descifrado aún.
La señorita,
que ha olvidado cruzar a nuestro lado, retrocede –repito- al momento en que la hija de un banquero se siente mirada por el Poeta de los Círculos pero se hace la tonta,
toma la pesadumbre del amigo de Virgilio y patina hasta la playa que nos aterroriza, y la tristeza imperecedera de aquel amor imposible le afila las cuchillas, la sitúa en el tablero de ajedrez, y la vemos, una y dos, saltando y, tres, llegando blanca, negra, libélula ligera entre los juncos.
1 comentario:
Biennn
Publicar un comentario