
IRENA
Dejadme
que simule estar muerta bajo el árbol.
Vienen los monos aunque
me presienta el impala sensitivo
o cualquier hombre tenso,
buen padre de familia se encarame
al tejado.
Vienen los monos
como palomas, como bulliciosos
danzarines de verbena que ignora
ramas emponzoñadas,
para asegurarse que estoy tendida
y mi desmesurado corazón
es un harapo
de los días de lucha.
Si ahora parezco
rematada por flechas de cansancio
guardo mi aroma que fascina, la noche
reconoce lo que he de devorar.
Muertos, dejadme
que le hurte al tiempo el hueso de los buenos;
se bajarán los monos, se confían,
quizá me arranquen pelo
o se orinen en mí.
Dejadme el juego.
Toda la fiesta olvida una fragancia
de alarma.
De pronto el viento es lento comparado
conmigo:
primero es mi pupila...un tacto de uñas...
¡Y tan hermosa el ansia en mi zarpazo!
4 comentarios:
Ese verso de la fiesta y su perfume de alarma es muy muy tremendo...
MUJERES Y POESÍA: !más madera!
Qué gusto da volver y encontrase poemas tan maravillosos.
Un beso.
Hice una parada para leer tus poemas, como siempre tan visuales.
Un beso veraniego, Ogi
Creo que Berenice tiene problemas técnicos. Espero que se resuelvan pronto.
Un beso, Ogi.
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