El marino
Las amapolas y el cantueso reavivan la temporada de los baños, ensenadas de cuarzo verde,
blando
viento verde preferido por el trigo,
dientes de león buenas y cobardes, pri-pri de las perdices y pájaros pequeños con nombres tan pequeños que no les caben en el pico.
Lagartos en las lindes como cruzados cuidando aún el campo de batalla, y moscas vampiras molestando a los bañistas y mariposas disfrazadas de gaviotas sumergiéndose en la hierba.
Él hace memoria, no recuerda ningún ahogado mar adentro, en la hierba; hace memoria de la noche de los grillos, de la temperatura que despierta a los murciélagos, la noche querida, dormir en tierra firme
en su cama
morir.
Y aunque a la hermana le dijera que estaba bien de salud en sus dos últimas cartas, la espuma salitrosa le ha endurecido el llanto y bajo el agua se ha perdido la excitación de las conquistas.
Cansado de abandonar el equipaje en puertos luminosos, cansado del horizonte de Ulises, de los delfines, del tuétano de algas, desea no ser libre, dormir en tierra firme
en su cama
morir.
3 comentarios:
La gripe me tuvo un tanto apartada pero ya estoy de vuelta para disfrutar de tus letras.
Un abrazo
A veces uno se siente desnudo ante unos versos. Diáfano.
Polov
Sí, con Palov y su diáfano.
- y esperando a los lagartos ;) -
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