
Hay una medida en la calma de los riscos que callan sucesiones de lluvias, escarchas y solanos.
Frente a mi casa marcan los metrónomos su cadencia de luz sobre la carretera, sobre el rodar que, aprisa, llega y desaparece.
Hay una medida minuciosa y exacta que me va separando del pasado, de las otras escuelas donde aprendí el color con que a veces se tiñe mi vergüenza.
Es la monotonía del porvenir rendido,de la historia de siempre que da a la soledad su rostro verosímil, su inclinarse hacia tedio.
Pero, precisamente aquello que me va separando del pasado, precisamente el ritmo que ordena mi palabra y sabe el vanidoso despertar de los días, viene como si fuera algo no calculable.
Al abrir la ventana
los últimos jazmines mueven mi japonesa.
Al abrir la ventana
los albañiles hablan del gato del domingo y los patos del puente son graciosos y tontos y dicen las campanas lo que ocultan las tumbas de tantísimos santos.
Al abrir a ventana
la medida del tiempo me impone su latido. Me siento el corazón, me tomo el pulso y con la luz cantando de la calle peino disimuladas canas de la desdicha y me digo que es tarde para llorar el paso de la ausencia.
Quiero vivir, aunque parezca raro a estas alturas.
Hoy quiero vivir tanto como Hawking midiendo un agujero negro de preguntas, como el massai midiendo los tímidos antílopes por su rastro de orina y flores aplastadas.
Y es que quiero vivir lo que se empeña en hacerme vivir mientras me desordena, me mide, me retrasa de la muerte y me va consumiendo sin medida.
2 comentarios:
Bella combinación de imagen y texto, las acuarelas de Villarrubia son preciosas.
Buen fin de semana.
Muchas gracias Maria Antonia.
Un beso.
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