Vuelvo una vez más a las fotografías de mi admirado amigo Ricardo Martín. Ésta se titula Amanecer en la Cuesta de las armas
- Cuando el mensajero es el mensaje
En esta clara espera
del día,
de las islas que surgen como diosas:
algo impensable, un nido delicado
de serpientes, un silencioso golpe
de la suerte en la calle, en la prisa,
en el modo de sentirme animal
olisqueando el peligro y no puedo
evitarlo,
no, no puedo evitarlo;
en esta clara espera
del día,
cuando no todo es yermo ni tristeza,
cuando el mensajero es el mensaje,
cuando mi puerta no se le resiste
y él entra despreciando talismanes,
recuperando la savia antiquísima
de mis pechos,
y yo, qué cosa haré
sino morir,
me veo hermosa
y desafío
al sol, por si sólo fuera un sueño
este regalo súbito, impaciente,
por si sólo fuera un deslizarse
en solitaria danza que acostumbro,
y estoy cansada de ser una reina,
estoy cansada del día para otros.
Desafío
a las sombras y a la melancolía
y a cualquier certidumbre del dolor
por si me descubriera atormentándome.
Hoy me vuelvo de sol hasta tus ojos
y sin saberlo tú,
y aunque me olvides,
aunque no quieras ser lo que te invento
me quedo todo el día entre tus ojos.
2 comentarios:
Estoy segura de que siempre son mejores las cosas como las inventas tú, aunque no quieran :)
Un poema precioso.
La mirada, recibida, proyectada
La mirada, escondida, entregada
La mirada, tu Mirada, sensaciones sin parpadeos.
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